«La Elección Para Toda La Vida»Muestra

     «El mismo destino»
 

    Mientras lees estas páginas, mi deseo es que permitas que la Biblia te sirva como guía para una de las elecciones más importantes de la vida, la elección de una esposa o de un esposo. Al tomar esta decisión debes considerar atentamente lo que dice la Biblia acerca de las contradicciones del yugo desigual.
 

    Observa tu destino. En el momento en que una persona confía en Cristo como   Salvador, cambia su destino para siempre, como consecuencia de esa decisión.   Hubo algunos jóvenes enamorados que entregaron su corazón, a una persona sin   Cristo, que tenía un destino diferente, esto trajo resultados trágicos. La importancia de tener el mismo destino, debería ser considerado un aspecto fundamental, que se aplique a todo lo que decidas.
 

    La segunda pregunta que uno debe hacerse es, ¿vamos en la misma dirección?   Cuando estaba en la facultad, años atrás y tenía la convicción de la importancia de ir en la misma dirección, observaba silenciosamente a ciertas jóvenes que me resultaban atractivas. Observaba y observaba, pero desde lejos, mantenía distancia, porque la gente es más suspicaz de lo que te   puedes imaginar. Los compañeros de cuarto hablan, a veces pretenden ayudarte, pero a la larga, causan daño.
 

    Observaba atentamente qué chicas concurrían a una actividad estudiantil   llamada UME (Unión Misionera Estudiantil), que se reunía los miércoles por la   noche y la asistencia era optativa. Observaba qué muchachas asistían. Si veía a una chica que me interesaba, pero que no tenía interés en las misiones, mentalmente la descartaba. Yo sabía que Dios me estaba guiando a la obra misionera y quería encontrar a una muchacha que fuera en la misma dirección. Recién después de asegurarme esto con claridad, entonces observaba otras áreas de su vida.
 

    La tercera área para considerar, es la devoción. Yo me fijaba en la forma   en que la chica en que estaba interesado manejaba la Biblia. Esto podría sonar extraño pero yo consideraba a mi Biblia como una carta de amor de parte   de Jesús. Ahora no soy tan estricto pero, cuando estaba en la escuela   secundaria y en la facultad, este tema era de suma importancia para mí, tanto   que ni siquiera hablaba con una joven si ella no había tenido su tiempo devocional con Dios o su hora silenciosa. Si se acercaba y me decía algo, yo le preguntaba: «¿Qué tal te fue con la hora silenciosa?». Si ella respondía: «Bueno, todavía no la he hecho», mi respuesta era: «Bueno, lo siento, habla   con Dios antes de hablar conmigo».
 

    A algunas de ellas no les gustaba esto y huían, ante lo cual me quedaba   pensando: «Chau, chau, nena». ¡Esto era algo muy serio para mí!