Una Maternidad Que Honre a DiosSample
Dedicar nuestros hijos a Dios es honrarlo
Ana decidió dedicar a su hijo a Dios y eso requirió un sacrificio de su parte.
Dedicar nuestros hijos a Dios requiere que nosotras nos sacrifiquemos en muchos aspectos de nuestra vida, empezando por el pecado que nos quiere acechar. Dedicar nuestros hijos a Dios no requiere de una mamá perfecta, pero sí de una mamá con una vida en santificación.
Una mamá arrodillada orando a favor de sus hijos.
Una mamá que invierte tiempo diario enseñando la palabra de Dios a sus hijos, haciéndolo como parte de la rutina hasta que se produzca de forma natural en el hogar.
Una mamá que observa y conoce los dones y talentos depositados en sus hijos; y los lleva a la iglesia para que lo desarrollen.
Honrar con tu maternidad a Dios empieza desde el vientre, y se convierte en un trabajo del día al día.
Honrar con nuestra maternidad a Dios tiene que ver con nuestra vida espiritual, porque por nuestros frutos seremos conocidas; nuestros hijos pueden ser esos frutos de la gracia de Dios en nuestra vida.
Que nuestra maternidad esté centrada en honrar a Dios. Antes de hablar, antes de tomar decisiones que afectarán a nuestros hijos que podamos filtrar por esto: - ¿Honrará a Dios?
Este es el principio para vivir una maternidad que honre a Dios.
Y no lo olvides querida mamá, Dios honra a los que le honran.
Oración:
Gracias Padre Celestial por los hijos que me has dado, hoy te los quiero dedicar; Señor mis hijos te pertenecen, son tuyos. Gracias Señor por los dones y talentos que haz puesto en la vida de nuestros hijos, ellos te servirán con todo lo que haz colocado en ellos.
Te dedico mis hijos y mi maternidad todos los días, para tu honra y para tu gloria. En el nombre de Jesús. Amén.
Si haz llegado hasta aquí, me encantaría saberlo. Te espero para compatir de manera más cercana en Instagram @matherypy
About this Plan
Ana se convirtió en una madre que con el deseo profundo de recibir el milagro de Dios en su vientre anhelaba tener un hijo para dedicárselo al Señor; de esa manera Ana tuvo una maternidad que honraba a Dios.
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