El Tamaño De La FeSample
Así somos
Una de las cosas más comunes entre los cristianos es la manera en la que oramos creyendo y en la que esperamos dudando. Me imagino que entiendes a lo que me refiero. Tomemos, por ejemplo, el caso de la oración que hace la Iglesia por Pedro rogando a Dios para que le liberase de la cárcel. Creo que si oraban era porque creían que Dios podía hacer un milagro y liberarlo de las manos de Herodes.
Sin embargo, cuando llegó Pedro donde estaban ellos reunidos, luego de que el ángel le sacara de la cárcel, los que oraban por el milagro no creyeron el milagro. Veamos el relato de sus reacciones. “Cuando llamó Pedro a la puerta del patio, salió a escuchar una muchacha llamada Rode, la cual, cuando reconoció la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino que, corriendo adentro, dio la nueva de que Pedro estaba a la puerta. Y ellos le dijeron: Estás loca. Pero ella aseguraba que así era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel! Mas Pedro persistía en llamar; y cuando abrieron y le vieron, se quedaron atónitos” (Hch. 12:13-16).
Veamos ahora el caso de Zacarías, el padre de Juan el Bautista. La Biblia nos dice que su esposa era estéril y que ambos eran de edad avanzada. Pero cuando el ángel Gabriel le anunció que su mujer concebiría, dijo unas palabras que nos muestran la fe que tenía este hombre. “Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída". Esto implica que, a pesar de su edad y de la esterilidad de su mujer, Zacarías oraba a Dios creyendo que podía hacer un milagro y darle un hijo (Lc. 1:18-19).
No obstante, cuando el ángel hace el anuncio, Zacarías duda y le dice: “¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.” ¿Cómo? ¿Y, entonces, por qué oraba?
Es que, así somos. Oramos, pero a la hora de la verdad, dudamos de que pueda ocurrir aquello por lo cual clamamos. A pesar de ello, a pesar de nuestra incredulidad, nuestro buen Padre celestial, no mira las dudas nuestras y responde con misericordia a nuestra oración.
Esto nos enseña que tiene valor el que sigamos orando, a pesar de nosotros mismos, sigamos orando. Porque esa oración que nace del alma, que muchas veces es regada con lágrimas, tendrá una respuesta divina. Dios no descarta nuestra oración porque ve que en el fondo no tenemos toda la fe que debiéramos tener. Él nos conoce y sabe que cuando vamos a su trono de gracia es porque sabemos que Él nos escucha.
Cuando avanza el tiempo y no vemos lo que queremos, cuando las circunstancias abonan a nuestras dudas, cuando ya nos parece que nada va a ocurrir, de pronto Pedro toca a la puerta, o el ángel dice “tu oración ha sido oída.” Sigamos orando, amados, nuestra oración es escuchada y contestada por nuestro amado Padre, recordemos que “no hay nada imposible para Él.” Lc. 1:37
Scripture
About this Plan
En el escenario de la vida cristiana escuchamos hablar de los gigantes de la fe que vieron grandes portentos y milagros divinos. Ante ellos pareciera que nuestra fe es mucho más pequeña que un grano de mostaza. Tal comparación puede llevarnos a la frustración. En este plan veremos que más importante que el tamaño de la fe, es la fe que descansa en el poder del Todopoderoso.
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