Palabras Desde El CieloSample
Oyendo la voz de Dios
Una de las cosas que más ansiamos los cristianos es oír la voz de Dios. Lo deseamos porque queremos estar claros en lo que vamos a hacer, en qué decisión vamos a tomar o qué dirección debemos tomar. Sí, anhelamos que Dios nos hable. Es una de las peticiones que continuamente tenemos delante de Dios. “Señor déjame oír tu voz”.
Necesitamos el consejo divino. Sabemos que, con nuestra prudencia, nuestro conocimiento o nuestro propio criterio podemos cometer errores que nos podrían costar mucho. Queremos saber de antemano, estar seguros de los pasos que vamos a dar. Creemos que las situaciones para las que no vemos solución pueden ser aclaradas y podemos ver la luz, si Dios nos habla.
Sin embargo, no siempre nos sentimos seguros de que hemos escuchado la voz de Dios. Nuestra propia insuficiencia humana nos hace dudar o no entender. En ocasiones no podemos discernir si vamos bien o vamos mal, porque nos sentimos en el aire, y seguimos clamando por dirección. Nuevamente enfatizo, queremos escuchar la voz de Dios.
¿Qué impide que podamos escuchar su voz con claridad? En ocasiones se debe a que hay otras voces a nuestro alrededor que están hablando tan alto que obstruyen el paso del consejo divino para nuestras vidas. ¿Qué otras voces? Las de amigos, las de familiares, las de libros, las de la sociedad, la de religiosos, y aun, la nuestra. Tenemos nuestras propias ideas, deseos, conclusiones y aunque oramos queriendo oír la voz de Dios, nuestro corazón opta por esas otras voces que nos parecen atinadas y correctas.
Creo que oír la voz de Dios no depende sólo de que queramos escucharla. Va más allá de un deseo, hay cosas que tenemos que hacer si genuinamente nos interesa escuchar la voz de Dios.
¿Podemos escuchar a alguien si hay otros sonidos muy altos a nuestro alrededor? ¿Podemos recibir con claridad un mensaje si estamos con prisa, o si más que palabras queremos acción? ¿Verdaderamente nos interesa lo que nos van a decir si ya tenemos en nuestra mente lo que realmente queremos oír?
Entonces, si de verdad queremos escuchar a nuestro Dios, debemos ir con humildad delante de Él y decirle al Señor: “Habla Jehová que tu siervo escucha". Así como mostramos interés al escuchar a alguien que nos habla, debemos mostrar interés en lo que Dios nos va a decir.
Es importante ir en oración delante de nuestro Padre, meditar en sus obras, en su consejo que ya ha sido revelado en su Palabra. Esperar en Él y no desesperar porque a nuestro juicio tarda su respuesta, son algunas de las cosas que debemos hacer si verdaderamente nos interesa escucharle.
El profeta Isaías dijo: “Despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios". Roguemos al Señor que abra nuestros oídos para escuchemos el consejo divino que nos capacita para vivir cada día bajo su dirección.
Scripture
About this Plan
Este plan nos lleva a reflexionar acerca de las palabras que nos llegan desde el cielo. Dios ha hablado y nos continúa hablando. Escuchar su voz y atender a sus palabras debe ser nuestro mayor anhelo. No porque escucharle sea algo inalcanzable sino porque reconocemos el honor indescriptible de poder escucharle.
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