Palabras Desde El CieloSample
Sus palabras
Pensemos por un momento la extraordinaria experiencia que deben haber tenido las personas que han escuchado la voz de Dios. Son muchísimas las citas bíblicas en las que leemos acerca de ocasiones en la cuales Dios habló. “Dijo Jehová”. “Así dice Jehová”. “Me dijo Jehová”, son expresiones que se repiten con gran frecuencia en la Biblia.
Como humanos nos sorprende que Dios tenga un diálogo con alguien, una conversación. Vayamos al lado de Abraham allí en un monte desde el que se podía ver a Sodoma y Gomorra. Dios se hace una pregunta a sí mismo que resulta impresionante. “¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer?”. Obviamente, la respuesta fue que no se lo iba a encubrir, le contó a Abraham lo que pensaba hacer con esas dos naciones.
Es allí donde comienza ese diálogo tan hermoso, tan íntimo, tan sorprendente entre el Creador, el juez de toda la tierra y un ser humano que se atreve a regatear intentando evitar que Dios destruya esas ciudades. Gén. 18:16-33
La Palabra de Dios nos testifica de esas conversaciones que se dieron entre el Altísimo y el hombre, y acerca de lo cual el rey David dijo: “¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?” (Sal. 8:4).
Jesús, quien es “Dios con nosotros” también habló todo el tiempo que estuvo en esta tierra. Sus predicaciones, sus enseñanzas, sus doctrinas están contenidas en los Evangelios. “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” (Jn. 10:27). Oír a Jesús era lo mismo que oír al Padre. “Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho”(Jn. 12:50).
Cuántos cristianos se quejan de que Dios no les habla, que no escuchan su voz. Tienen la idea de que escuchar a Dios es una experiencia sobrenatural, un éxtasis, algo místico que se tiene que dar porque es Dios hablando. Pero, aunque esto fuese así en alguna que otra intervención divina, eso no significa que será la norma.
La mayor garantía de que escucharemos la voz de Dios la encontramos en la lectura y el estudio de su Palabra. Al leerla, podemos decir como le dijo el joven Samuel a Dios: “Habla, porque tu siervo oye” (1 Sam. 3:10). En ella encontramos el mensaje de Dios que corre desde la creación hasta la consumación de los siglos.
Decir que Dios no nos ha hablado, es ignorar su voz en la Palabra. En varias ocasiones Jesús amonestó a los que le escuchaban, diciéndoles: “¿No habéis leído?”. Había asuntos que debían ser conocidos por ellos, sobre todo los que se decían ser religiosos, pero estaban ajenos a éstos, indicio de que no leían las Escrituras o lo que es peor no las escudriñaban. Habían perdido contacto con Dios porque lo habían perdido con su Palabra. Tengamos la certeza de que Dios nos habla, Él nos ha estado hablando desde el principio.
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Heb. 1:1-2).
About this Plan
Este plan nos lleva a reflexionar acerca de las palabras que nos llegan desde el cielo. Dios ha hablado y nos continúa hablando. Escuchar su voz y atender a sus palabras debe ser nuestro mayor anhelo. No porque escucharle sea algo inalcanzable sino porque reconocemos el honor indescriptible de poder escucharle.
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