Rey De CorazonesSample
Por lo que encontramos en la historia de su vida, la relación entre David y Dios dista grandemente de la que cualquier otro rey de Israel pudo disfrutar jamás. De hecho, a David se le considera el ideal de rey del Antiguo Testamento, siendo figura profética del Mesías anunciado.
Como segundo rey escogido por Dios, David tenía un carácter, y una manera de relacionarse con Dios bien distinta a Saúl. La Biblia habla de él como un hombre conforme al corazón de Dios. Su primer contacto con Saúl refleja la naturaleza de la relación de David con Jehová. Fue en acto de servicio, como músico, donde David conoció a Saúl y le sirvió tocando con su arpa. La experiencia como músico fue el canal que Dios usó para acercar a David al rey, pero fue su unción, recibiendo al Espíritu de Dios, lo que logró calmar el malestar del rey y alejar al demonio que lo atormentaba. Ese encuentro, y el servicio de David a Saúl, fue un movimiento estratégico de parte de Dios. Si la historia se hubiera dado de otra forma, si no hubiera existido ese acercamiento previo y ese acto de servidumbre de David, tal vez este no habría llegado a amar al rey y habría estado expuesto a la tentación de matarle para ocupar el trono que Dios ya le había entregado.
Sin embargo, encontramos en la sucesión de los hechos, un joven David que espera a que sea Dios quien obre, quien hable, quien ordene, y en el corazón de David, un genuino temor del Señor. En ese primer acto público de valentía ante Goliat, David demostró, con sus palabras y también con sus hechos, que su confianza estaba en Dios, a diferencia de Saúl, quien se había valido de sí mismo y de sus propias capacidades para salir adelante con su responsabilidad.
Todos los años siguientes, durante la huida constante de David y la guerra civil entre Judá e Israel, tuvieron un efecto beneficioso en la vida espiritual de David: aprendió a esperar en el Señor y comprender que debía ser Dios quien diera las instrucciones antes de que su siervo diera un solo paso. Ya siendo rey sobre todo Israel, mostró ese temor reverente al llevar el arca a Jerusalén, después de una lección vital de parte de Dios en el incidente con Uza, dando instrucciones bíblicas de cómo debía ser ese traslado.
David aprendió a recurrir no solo a la oración y la dirección de Dios por medio de ella, sino también que acudir a las Escrituras sería lo que le ayudaría a reinar soberanamente tal y cómo Dios deseaba que lo hiciera. Esta comprensión de la voluntad divina y la sujeción al Señor de David dista mucho de la autosuficiencia de Saúl, y está más cercana a la actitud de Salomón al principio de su reinado, buscando la sabiduría de lo alto en contraste con la sabiduría humana.
Esa íntima relación entre Dios y David, y el anhelo del joven rey por honrar al Señor, despertaron el deseo de edificar un templo donde habitara el arca, símbolo de la presencia de Jehová. Aunque eso no fue posible, porque Dios prefirió dejar ese privilegio a su hijo Salomón, le entregó un privilegio mucho mayor: lo que conocemos hoy como el “pacto davídico”. Dios le prometió establecer su dinastía eternamente, de la cual descendería el Mesías. La respuesta de David fue la esperada después de toda su trayectoria: adoración y acción de gracias al Señor.
David no fue perfecto, y eso es una de las cosas más especiales de este personaje. Solamente hay uno perfecto, Cristo, y nosotros, como hijos e hijas del verdadero y único Rey, podemos ser colocados en lugares de autoridad para servirle a Él. En esos momentos debemos entender que habrá veces en que vamos a fallar, pero que lo más relevante es que nos mantengamos, a pesar de todo, cerca de Dios, para que pueda corregirnos y seguir usando nuestra vida.
About this Plan
La instauración de la monarquía en Israel llegó en un momento crítico para el pueblo escogido por Dios. A través de este devocional podrás conocer las circunstancias en las cuales Dios escogió un hombre como rey para gobernar y guiar a su pueblo. También podrás observar, a través de Saúl, David y Salomón, cómo el gobierno de un pueblo, nunca prosperará verdaderamente si no es de la mano de Dios.
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