Huellas en El Polvo: Reflexiones Para PeregrinosMuestra

Día 2: La Escritura, fuego en la oscuridad
Ayer vimos cómo la desesperanza nublaba la visión de estos peregrinos. Pero la historia no termina ahí. Hoy, seremos testigos de cómo una luz comienza a brillar en medio de su oscuridad.
Así sigue el retrato en Lucas:
Ellos respondieron: —Lo de Jesús de Nazaret. Era un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo. Los jefes de los sacerdotes y nuestros gobernantes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron; pero nosotros abrigábamos la esperanza de que era él quien redimiría a Israel. Es más, ya hace tres días que sucedió todo esto. También algunas mujeres de nuestro grupo nos dejaron asombrados. Esta mañana, muy temprano, fueron al sepulcro, pero no hallaron su cuerpo. Cuando volvieron, nos contaron que se les habían aparecido unos ángeles quienes les dijeron que él está vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron después al sepulcro y lo encontraron tal como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron.
—¡Qué torpes son ustedes —les dijo—, y qué tardos de corazón para creer todo lo que han dicho los profetas! ¿Acaso no tenía que sufrir el Cristo estas cosas antes de entrar en su gloria? Entonces, comenzando por Moisés y por todos los Profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras (Lucas 24: 19-27).
Así, los dos peregrinos desentrañaban su relato ante este extraño forastero que ignora todo. ¡Qué lejos estaban de la verdad! Aquel forastero no solo conocía cada detalle, sino que él mismo lo había vivido. Era su plan, su misión encarnada.
– Lo de Jesús de Nazaret – comenzaron, desvelando la amargura que anidaba en sus corazones. «Era», dijeron, como si ya no existiera, como si la Palabra eterna hecha carne, el Primero y el Último, el que es, era y ha de venir, se hubiera desvanecido.
Y así fluyó su narración…Era un profeta poderoso en obras y palabras, cuyas enseñanzas habían puesto su mundo al revés. Recordaron los milagros, las sanidades, la esperanza que Él había sembrado de una liberación para Israel. Pero ahora, todo se había precipitado al abismo de la cruz. "Abrigábamos esa esperanza, él sería nuestro libertador, pero ahora el frío de la muerte nos entumece", confesaron, sintiendo que con la muerte de Jesús, una parte de ellos también había fallecido.
Nuestros propios líderes lo entregaron, lo clavaron en una cruz, y aún la incomprensión nos perturba. Luego, compartieron las confusas noticias de las mujeres que habían visitado la tumba y la encontraron vacía, incluso hablando de ángeles y de la resurrección. Pero para estos hombres, aferrados al dolor de la pérdida, estas palabras sonaban huecas, casi irrelevantes. Sus ojos estaban fijos en la cruz, en la derrota aparente, incapaces de vislumbrar la victoria que caminaba a su lado. ¿Cuántas veces nosotros también nos aferramos a nuestra propia versión de los hechos, ciegos a las posibilidades divinas que se presentan en medio de nuestra angustia?
Así, por fin rompe su silencio y les dice: «¡Necios y torpes de corazón!» Palabras que en su boca eran un reproche amoroso. «¡Tontitos! ¿Cómo es posible que no crean lo que las Escrituras proclaman sobre el Cristo? Y con una leve sonrisa, comienza a desentrañar lo que la Escritura revelaba acerca del Mesías, hablando de su nacimiento (Isaías 9:6), su ministerio (Isaías 61:1-2), sus sufrimientos (Salmo 22:14-18, Isaías 53:4-12) y su resurrección eterna (Salmo 16:10).
Mientras Jesús hablaba, algo comenzó a agitarse en lo profundo de sus corazones. Era como si una chispa de esperanza, que creían extinguida, comenzara a reavivarse con cada palabra de las Escrituras. Sus mentes, antes nubladas por la tristeza, empezaban a comprender el plan divino que se desplegaba ante sus ojos. ¿No es acaso la Palabra de Dios como un fuego que enciende nuestros corazones, disipando la oscuridad de la duda y la desesperanza?
La verdad de su resurrección debe revitalizarnos profundamente, porque si él vive, nosotros también vivimos. Porque él vive, ahora podemos tener una comunión íntima con el Padre. Porque él vive, sabemos que hemos derrotado al pecado y la muerte, porque el vive nuestra misión en la tierra no es vana, y esa esperanza de resucitar con él debe ser el motor que nos impulse a seguir adelante.
Reflexión personal:
¿De qué manera la Escritura te ha dado dirección y reenfoque en tiempos de dudas e incertidumbre? ¿Cómo la realidad de la veracidad de las Escrituras confirmadas en la Resurrección de Cristo es un soporte para tu fe?
Acerca de este Plan

¿Te sientes desilusionado y sin esperanza? Acompaña a los caminantes de Emaús en este viaje devocional, donde descubrirás cómo el Jesús resucitado puede transformar tu perspectiva. Encuentra esperanza en las Escrituras y comparte esta buena noticia. ¡Únete a nosotros y aviva tu corazón!
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Nos gustaría agradecer a TRUE INFLUENCERS por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: conectarglobal.org