Dudoso: Explorando la fe como escépticoMuestra

Vivimos en un mundo que premia el desempeño. Contesta correctamente las preguntas en el examen y pasas. Contesta mal y repruebas. Anota la mayor cantidad de puntos y ganas. Anota uno menos y pierdes. No se puede negar que el desempeño importa.

Esta orientación hacia el desempeño puede influenciar nuestros supuestos acerca de Dios. Cuando le pides a alguien describir lo que tienen que hacer para alcanzar o mantenerse en el lado bueno de Dios, te darán una lista de comportamientos—desempeño religioso. Casi todos los aspectos de la vida funcionan así. ¿Por qué no sería igual con Dios?

Vamos a mirar nuevamente cómo Dios perdona nuestros pecados. Pablo nos da un resumen hoy en el pasaje de Efesios. “Por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe… no por obras.” Comenzamos nuestra relación con Dios a través de una expresión de fe. Pero muchos de nosotros caemos inmediatamente en juzgar nuestro mérito “por nuestras obras”—por lo bien o mal que hemos seguido las reglas. Es difícil deshacerse de viejos hábitos. 

Entonces, ¿cómo debemos navegar esta tensión entre reglas y relación? Después de todo, las religiones principales enseñan que sus seguidores deben obedecer las reglas. Pero, si romper las reglas no nos expulsa de la familia de Dios, ¿por qué intentar seguirlas?

Imaginemos que eres el responsable de un pequeño accidente de tránsito y el otro conductor decide no cobrarte los daños ni involucrar a terceros. O imagínate que la persona detrás de ti paga tu café cuando te das cuenta de que no trajiste la cartera. Ahora, imagina que estas personas te dijeran, “No quiero nada a cambio. Solo has por otro lo que yo he hecho por ti.” Probablemente comenzarías a buscar la oportunidad de ayudar a alguien más. 

Con eso en mente, considera la manera en que Juan resume la vida cristiana. “Amamos porque él nos amó primero.” Debemos comportarnos según la gratitud que rebosa en nosotros por lo que Dios ha hecho por nosotros. No obedecemos para ganar nada. Obedecemos por lo que ya hemos ganado. Y lo damos a otros. El cien por ciento de los “quehaceres” de la fe cristiana son respuestas de lo que Dios ya hizo por ti.