Una garantía maravillosaMuestra
Dos percepciones: hijo o esclavo
Aunque la esclavitud no existe hoy día, en la época bíblica sí; un esclavo era alguien que carecía de libertad, y no tenía una comunión de amistad o cercanía con su amo. Solo vivían para servir a sus amos por temor a las consecuencias de desobedecer, el amo tenía toda la libertad para matar al esclavo, si no le servía u obedecía. Dicho esclavo sentía, que si había fallado, debía huir porque sabía que su amo, como dueño de su vida, se la podía quitar.
Sin embargo, un hijo de ese mismo amo, jamás pensaría que su padre lo mate; un esclavo diría: mi amo me va a matar, porque desobedecí; el hijo, en cambio, si desobedecía no se escondía, ni temía por su vida, sabía que vendría disciplina pero no muerte. Son dos realidades, son dos formas de percibirse, y son dos maneras de vivir; el esclavo, ve de manera muy diferente al amo, de cómo lo ve el hijo.
Hoy día no existe la esclavitud física, pero sí existe en la mente y en el espíritu, es decir, en lo referente a cómo nos percibimos ante Dios; te puedes ver como hijo, o percibirte como esclavo. Cuando los esclavos querían un favor del amo, se acercaban suplicando, esperando que su amo los viera como dignos del favor que solicitaban. Ese concepto también sucede en lo espiritual, en la dinámica de algunas personas, en cómo le piden a Dios; puesto que no se perciben como hijos, sino como esclavos. Antes de pedir cualquier cosa a Dios, entran en un proceso de hacer «algo que lo pueda contentar», algo que cree el sentimiento de que Dios va a aceptar responder a dicha petición, algo que lo logre «aplacar», para que Él vea que ya se hizo algo para merecer esa respuesta.
Dependiendo la religión a la que pertenezca, se hacen diferentes cosas; unos se confiesan ante un hombre, para que Dios les otorgue el perdón de sus pecados; otros piensan que antes de pedir a Dios, tienen que orar arrepintiéndose de cualquier cosa mala que hayan hecho, pidiendo su perdón, para que Él pueda actuar, y a la vez suplican para que Dios se apiade de ellos y los vea como dignos. Todo esto produce que se vea a Dios como amo.
Los hijos, por otra parte, se acercan a su Padre de una manera totalmente diferente. Cuando son niños, van a demandar como tal; cuando son jóvenes, piden permiso; y cuando son adultos, simplemente avisan al padre lo que harán. Como percibimos a Dios es la clave, debemos concebirnos como lo que somos ¡hijos de Dios!, y como hijos, nuestra realidad es otra; le podemos llamar papito, ¡Dios es nuestro Padre!, nosotros sus hijos.
Escrituras
Acerca de este Plan
Vivir la vida del Espíritu, no es algo místico o religioso, es un deleite por el cual se dio una garantía, el maravilloso Espíritu de Dios. Dios mismo se puso como garantía y se puso dentro nuestro para velar por que todas sus promesas se conviertan en nuestra herencia, para nuestro beneficio y deleite. Su garantía incluye la formación y desarrollo de su Hijo Jesucristo en nosotros, para que con una identidad clara de hijos, caminemos en comunión con el Padre eterno.
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Nos gustaría agradecer a Gerardo Cárdenas por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://www.enelcentro.org y http://www.elcentronetwork.com