Una garantía maravillosaMuestra
Cambio de identidad por legalidad: somos hijos de Dios
Dios con su Espíritu, renueva nuestra manera de pensar, en otras palabras, transforma nuestra mentalidad, nuestra manera de percibir la comunión con Él, para transformarla en identidad de hijos de Dios. El evangelio de Juan declara, que a los que recibieron a Jesús y creen en su nombre, se les dio el derecho de ser hijos de Dios.
Ser hijo de Dios, es un derecho legal; así como el hijo adoptado por legalidad tiene los mismos derechos del hijo legítimo. Es un derecho jurídico, es decir, en y por el Espíritu, adquirimos un derecho judicial cuando nosotros de nuestra voluntad creemos en Jesús, entonces; recibimos su verdad, su perdón, y la obra consumada de la cruz en nosotros, por eso es «nuestro derecho» ser hechos hijos de Dios.
Pero, ¿en qué momento Dios nos adoptó? Él lo hizo en el momento mismo en que creímos, sin importar las circunstancias, ni la situación que estábamos pasando, ni la edad que teníamos; en ese momento, las verdades de Cristo se convirtieron en una realidad para nosotros.
Jesús, es el único, que cuando nació ya era hijo de Dios; todos los demás hijos de Dios después de Él, nacimos sin serlo, aunque estábamos predestinados para serlo y se iba a consumar en un tiempo específico, en un momento único y determinado de nuestra historia. De Cristo en adelante, todos fuimos adoptados. Lo importante es que no hay diferencia legal entre el primogénito, Jesús, y los adoptados, que somos nosotros.
La diferencia entre un hijo natural y un hijo adoptado, es que el hijo natural nace con los rasgos y genes del Padre, nace con las características que se le han transmitido de forma natural; el hijo adoptado, en cambio, tiene que irse adaptando a las costumbres, forma de vida y cultura de la familia que lo adopta. Nosotros fuimos adoptados por Dios, y estamos siendo adaptados a Él, a su cultura, estamos conociendo la vida de la familia de Dios, para cada día caminar de acuerdo al estilo de vida al que ahora pertenecemos.
Escrituras
Acerca de este Plan
Vivir la vida del Espíritu, no es algo místico o religioso, es un deleite por el cual se dio una garantía, el maravilloso Espíritu de Dios. Dios mismo se puso como garantía y se puso dentro nuestro para velar por que todas sus promesas se conviertan en nuestra herencia, para nuestro beneficio y deleite. Su garantía incluye la formación y desarrollo de su Hijo Jesucristo en nosotros, para que con una identidad clara de hijos, caminemos en comunión con el Padre eterno.
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Nos gustaría agradecer a Gerardo Cárdenas por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://www.enelcentro.org y http://www.elcentronetwork.com