[Serie Dichosos los que sufren] Miedo y SoledadMuestra

De día y de noche te llamo, y no me respondes…

Cuando pasas por una etapa de pérdida de un ser querido, es posible, dependiendo de tu historial médico, que puedas experimentar síntomas físicos de angustia tales como: pérdida de apetito, falta de interés en las cosas que te rodean, trastornos del sueño, dolores de cabeza, trastornos intestinales, presión arterial alta, dificultad para respirar, ansiedad y hasta pensamientos suicidas. 

No te asustes, es posible que ni siquiera te des cuenta de lo que te está pasando y que solo al leer puedas reconocer que has pasado por alguna de estas sensaciones. Recuerda que es importante buscar ayuda médica si tienes alguno de estos síntomas, como así también puede ser muy útil hablar sobre lo que sientes con alguien en quien confías, con tu pastor o con algún consejero experimentado y capacitado. 

El pasaje que compartiremos hoy nos muestra al salmista tan golpeado por el dolor, que se siente abandonado. Expresa su dolor y sus sentimientos a quemarropa. Se siente solo, siente que Dios no escucha sus lamentos. De día y de noche clama, pero parece no haber respuesta. 

Se siente angustiado, tiene la boca seca y la lengua pegada al paladar, su corazón se derrite como cera, sus huesos están fuera de lugar. Es interesante notar como describe hasta el último detalle, no solo los sentimientos emocionales sino también los físicos. Somos seres complejos, creados a imagen y semejanza de nada más y nada menos que Dios mismo. 

Sumado a todo esto, siente que quienes le rodean en realidad son como si fueran enemigos, no tiene a nadie que le ayude y al mismo tiempo siente que Dios se ha alejado.

Reflexiona: ¿Qué sentimientos conflictivos estoy experimentando por la muerte de mi ser querido? Al igual que el salmista ¿sientes que clamas a Dios pero que no hay respuesta?

Palabra de consuelo del día: En tu lectura de hoy, podrás notar el remedio que nos brinda el salmista frente a esta situación. La palabra clave del capítulo se encuentra en el versículo 19, «Pero tú, Señor, que eres mi fuerza, ¡no te alejes!, ¡ven pronto en mi ayuda!» (NVI). Puedes sentirte solo, abandonado, con síntomas no solo emocionales sino también físicos. ¡Pero tú, Señor! Estas son las palabras que marcan la diferencia. Pero el Señor es quien te da las fuerzas para seguir adelante. El salmista confía ciegamente en su ayudador, te invito a que hoy hagas lo mismo. Pon un, «Pero tú, Señor» en tu día y confía que pronto vendrá en tu ayuda.