Ir Hacer Decir Dar: La Libertad de Rendirse a JesúsMuestra

Diré lo que Tú quieras que Diga

Bomberos alrededor del mundo se han encargado de recordarnos que está en nosotros evitar los incendios. El daño de sólo una pequeña chispa puede destruir un hermoso bosque y comunidades enteras. La Escritura usa el mismo vocabulario para describir el poder destructivo de nuestras palabras: “Así también la lengua es un miembro muy pequeño del cuerpo, pero hace alarde de grandes hazañas. ¡Imagínense qué gran bosque se incendia con tan pequeña chispa!” (Santiago 3:5)

Con el potencial de tal destrucción y también el potencial del bien que viene de nuestra habla, es importante decir lo que Jesús quiere que digamos, y no sólo imitar los valores de nuestra cultura. Nuestro mundo está lleno de discursos caracterizados por odio, envidia, condenación y enojo. Jesús dio un principio de que “De la abundancia del corazón habla la boca”. No podemos evitar la verdad; nuestra habla revelará lo que está en lo profundo de nuestro ser.

¿Cómo es que seguir a Jesús afecta lo que hablamos cada día, y por qué? Él es descrito como “el Verbo que se hizo hombre y habitó entre nosotros” (Juan 1:14). Él es la comunicación perfecta ente Dios y su creación. Y se nos dice que “gracia y verdad vinieron a través de Jesucristo”. Mientras Él vive a través de nosotros, podemos esperar hablar tanto con gracia como con verdad. La vida de Jesús estuvo marcada no sólo por palabras de amor y misericordia, sino también por palabras honestas que reflejaban la verdad sobre Él y el mundo a Su alrededor.

En Hechos 1:8, Jesús le dijo a sus discípulos que cuando el Espíritu Santo viniera sobre ellos, experimentarían el poder de ser testigos suyos. Mientras cedemos a Su control, nos daremos cuenta que queremos contarle a otros de Él. Eso no quiere decir que seremos molestos o condescendientes hacia los demás, como algunos temen. De hecho, justo lo opuesto, actuaremos con amabilidad y compasión, contándole a la gente quién es Jesús y qué diferencia ha hecho en nuestras vidas.

Pero decir lo que Dios quiere que digamos no es sólo contarle a otros sobre Jesús, es usar nuestras palabras para hablarle a otros de la manera en que lo haría Jesús: mostrando compasión y perdón, y afirmando a otros por quiénes son y las cosas que hacen bien. Al hacerlo, los bendecimos y animamos en su viaje espiritual.

¿Hay algún cambio en la forma en la que deberías hablarle a alguien más en tu vida? Piensa en al menos una persona y cómo les hablarías diferente la próxima vez que hables con ella. 

¿Dirás lo que Dios quiere que digas hoy?