El discipulado es un compromiso radical (parte II)Muestra

Un entendimiento de lo radical del discipulado de Reino

Empezando la segunda parte de este tema, cabe una pregunta: ¿Cómo entender positivamente seguir a Jesús, con toda su radicalidad, y cómo evitar una distorsión del mismo? Me voy a limitar a precisar más el alcance y contenido significativo que, me parece, es preciso conceder al término radicalidad, en el contexto de la cuestión que nos ocupa, para hacer unas sencillas y breves reflexiones que nos ayuden a avanzar con realismo en el camino del discipulado apostólico de Reino.

La radicalidad no es el todo del evangelio del Reino 

Pues reconocemos que el don precede a la exigencia. Aunque el radicalismo evangélico ofrece el aspecto duro y drástico de las exigencias de Jesús, hay que situarlo, sin embargo, sobre el trasfondo general de su mensaje, que es, ante todo: don, gracia, benevolencia divina, vida nueva.

En realidad, el mensaje de Jesús no es primeramente una llamada a la conversión del hombre, sino una proclamación gozosa y llena de urgencia de la buena noticia del Reino, que tiene su origen en la experiencia de la inmediatez de Dios, de Su amor gratuito y sobreabundante. El radicalismo de Jesús no es el rigorismo de la exigencia moral, sino el de quien se descubre sumergido en una corriente de amor desbordante. Esa misma corriente que anhela en lo profundo de su ser compartir abundantemente con los seres humanos, en generosidad, el amor que ya tiene.  ¡Muy convencido, debió estar Jesús, de la grandeza de su oferta para plantear sus exigencias con tanta radicalidad!

La radicalidad del seguimiento debe ser contemplada más por la vía de la plenitud ofrecida que por la vía de la austeridad esforzada que se nos impone; por la vía del «Evangelio» o gozosa noticia, que por la vía de la ley obligatoria; por la vía de la gracia y del don, que por la vía del ascetismo heroico; por la vía de la belleza del llamado, que por la vía del mérito de la respuesta, pues es tan solo como resultado de la abundancia y generosidad del llamado al que entiende. La obligación y la búsqueda de una retribución personal tan solo son el resultado de un mismo factor: falta de entendimiento del llamado.

La interpretación del seguimiento en clave ascética ha conducido a innumerables malentendidos, que han alterado profundamente la comprensión de la vida en Cristo, hasta llegar a hacer del Evangelio un mensaje para «selectos», cuando la realidad que se nos muestra en los relatos, es que fueron los pobres y los pecadores, la gente sencilla, los que mejor entendieron a Jesús y le siguieron.

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