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El discipulado es un compromiso radical (parte II)

DÍA 3 DE 7

La radicalidad es compatible con la debilidad humana 

Aunque la radicalidad es compatible con la debilidad humana, no lo es con la «disminución divina». La posición defendida por Jesús fue enteramente distinta. En efecto, intentó superar todo rigorismo legalista por vía de profundización radical. La predicación de Jesús, como interpretación de la voluntad, de la exigencia de Dios, es una gran protesta contra el legalismo judío, es decir, contra una piedad que se encuentra detallada en la ley escrita y en la tradición, que la interpreta la voluntad de Dios, y que se esfuerza por conseguir mediante el penoso cumplimiento de las prescripciones de la ley, la complacencia divina. Jesús exige, frente a la obediencia puramente formal, que continúa considerando como lo más importante, el cumplimiento de las prescripciones rituales, la auténtica y radical obediencia. 

Jesús representa la denuncia de la insuficiencia de toda casuística rigorista para hacer justicia a la sutil estructura de la realidad ética, tal como la entendió Jesús, ya que nunca una ley jurídica, como tampoco una exigencia moral, puede comprender o encerrar todas las situaciones posibles de una vida individual. Por su naturaleza, quedan muchos casos libres, para los que no existe precepto alguno. 

Las antítesis del Sermón del Monte oponen al rigorismo legal la profundidad inagotable de la voluntad amorosa de Dios que, solicita como respuesta, el amor sin límites, el ser buenos del todo como el Padre lo es.

En la contraposición de Jesús a la Torá, no se trata de un nuevo fariseísmo o de una ley más rigurosa que la otra. Al contrario, se trata precisamente de la eliminación del rigor, y este solo desaparece allí donde la exigencia que viene de fuera ha cesado para convertirse en espontaneidad que nace imperiosa de dentro. El rigor, con la exigencia exterior, legal, supone siempre un hombre dividido. 

La radicalidad humana no es compatible con la «disminución divina»

Sería incluso necesario afirmar que, la radicalidad evangélica, propia de las llamadas de Jesús al seguimiento, más que compatible con la debilidad del sujeto llamado, supone en él la conciencia de esa debilidad como condición para iniciar con buen paso el discipulado, pero jamás caer en concesiones para hacer del Evangelio una oferta barata o cambiar el compromiso con el Camino, por la vía del falso atajo. 

Quiero decir que la radicalidad de la llamada es, precisamente, una invitación a reconocer que, el seguimiento a Cristo, visto desde las posibilidades con que cuenta el ser humano, aparece como una empresa imposible. Recordemos la llamada de Jesús al joven rico. 

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Acerca de este Plan

El discipulado es un compromiso radical (parte II)

Al admitir que seguir a Jesús, con su radicalidad y universalidad, como fórmula del Reino, ¿no convertimos la vivencia de Cristo en algo exclusivo para minorías heroicas? ¿No vinculamos la fe en Cristo a un altruismo ético, inalcanzable para la mayor parte de los seres humanos? Empezando la segunda parte de este tema, cabe preguntar: ¿Cómo entender positivamente seguir a Jesús, con toda su radicalidad, y cómo evitar una distorsión?

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Nos gustaría agradecer a American Bible Society / El Centro Network por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://www.americanbible.org