[El propósito eterno] Manifestación del propósito eternoMuestra

El misterio

La lectura de la carta a los Efesios hace evidentes dos palabras que resaltan del escrito de Pablo a las iglesias del Señor. Esas palabras son misterio y propósito. 

En Efesios 3:2-5, Pablo describe la magnitud de lo que llama el misterio; establece, con contundencia, que la presente dispensación se caracteriza porque algo que había estado oculto en tiempos pasados ahora ha sido revelado. Este misterio, al cual Pablo se refiere, no es un mito, no es algo que contiene elementos misteriosos, no es una ilusión: es algo tangible, es algo real. Dios no juega a esconder a través del tiempo lo que no había revelado, lo que todavía no se había manifestado y anunciado, y que, ahora, por medio de sus santos apóstoles y profetas, lo ha dado a conocer. 

Este misterio estuvo oculto en todos sus tratos, a través de todos los tiempos y fue representado por medio de símbolos, tipos y figuras, pero nunca fue manifestado en su totalidad. Los reyes, los profetas, los sacerdotes hablaron de este misterio sin entenderlo a plenitud y, a ninguno, el Espíritu Santo lo reveló y mostró todo lo que contenía. 

En la carta a los Efesios, Pablo nos indica que ahora han sucedido dos cosas particulares: en primer lugar, el misterio ha sido revelado y se ha manifestado para que todos los santos lo lleguen a conocer y, en segundo, que la revelación del misterio se le ha confiado a sus santos apóstoles y profetas. Él, de manera particular, recibió una gracia para administrar todo lo que representaba este misterio.

Pablo se consideraba un instrumento escogido por Dios para dar a conocer, para aclarar a todos los hombres lo que este misterio representaba en el eterno propósito del Padre. Fue la revelación de este misterio lo que constituyó la vida y el ministerio del apóstol Pablo. Además, la revelación del misterio y la máxima expresión del propósito eterno se convirtieron en el criterio por el cual todas las cosas son y serán juzgadas, en relación con lo que tiene que ver con la voluntad de Dios.

La magnitud de esta revelación o de esta manifestación del propósito es inconcebible para la mente humana y Pablo nos indica que se requiere la asistencia del Espíritu Santo, que ilumine nuestro entendimiento, para que podamos llegar a comprender todas las implicaciones que esta revelación del misterio tiene en cuanto al propósito eterno.

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