El Dador De La GraciaMuestra

Día Siete: Un Reino De Gracia

 
Al igual que Pedro, nos encanta la idea de la gracia. Pero también amamos las recompensas por nuestros propios esfuerzos. Queremos saber que somos lo suficientemente buenos por nuestra cuenta. Intentamos realizar nuestro propio camino al amor. Nos esforzamos por la aprobación en lugar de descansar en el favor de Dios que se nos ha dado en Jesús.

Cuando Pedro finalmente aceptó la gracia de Dios, fue transformado radicalmente. De un hombre que negó a Jesús a un hombre que se puso de pie con valentía ante las autoridades. De un hombre que cortó la oreja del sirviente a un hombre que proclamó el evangelio a los judíos y gentiles. De un hombre ansioso por el poder y la autoridad a un siervo que sanó a muchas personas en el nombre del Señor. Y nada de eso sucedió por su propia fuerza, sino en el poder de Dios.

El Reino de Dios no se basa en la superioridad moral, la madurez espiritual, la perfección, la fuerza o nuestra propia suficiencia. De hecho, es en nuestra debilidad que Él muestra Su fuerza. Él nos ha declarado el mismo mensaje a lo largo del tiempo, desde Adán hasta Moisés, y desde Pedro hasta el día de hoy: es imposible agradar a Dios sin aceptar la gracia que Él derrama a través de Jesús

Si bien la historia de Pedro es una de resistencia a la gracia, también es una revelación de la vida que nos espera cuando finalmente entregamos nuestra autosuficiencia y aceptamos la generosa gracia de Dios. Habrá temporadas de espera y silencio, quebrantamiento, fracaso y hambruna de muchos tipos, pero Dios está cerca y nada es demasiado difícil para Él. En el libro de Isaías, el profeta pregunta: ¿Quién ha medido las aguas con la palma de su mano? Su gloria es demasiado grande para que la comprendamos.

Este Reino de la Gracia está vivo, activo y tremendamente poderoso. Los mansos heredarán la tierra. Los que lloran gritarán de alegría. El último será el primero y el primero será el último. La muestra más grande del amor y el poder de Dios fue que Jesús pudo haber movido el cielo y la tierra para salvarse a sí mismo; sin embargo, resistió toda inclinación errónea del hombre y entregó su propia vida para satisfacer la ira de Dios hacia el pecado. Es un gran misterio para nosotros, pero sobre esto estamos convencidos: nuestra victoria no depende de ningún esfuerzo humano, sino de la gracia de Dios que es constantemente fiel y nunca cambiante hacia nosotros.

Reflexión: ¿Dónde necesitas rendirte para aceptar hoy la gracia de Dios?

Oración: “¡Señor, te agradezco por tu gracia! Es un regalo que va más allá de mi comprensión. Como me has dado tan libremente, llévame a dar libremente también a otros. Amén."

Este plan de lectura fue adaptado de el mensaje "Did Not Our Hearts Burn" que puedes escuchar aquí https://www.tgcwilliamsburg.com/teaching-archive/2015/4/14/did-not-our-hearts-burn-1