Encontrando El CaminoMuestra

Cuando hay una guerra o lucha de poderes, usualmente es porque algo con mucho valor está de por medio. Cuando hablamos de propósito e identidad, no hablamos de un trabajo o una carrera, sino de la eternidad de nuestras almas y en dónde pasaremos esa eternidad.

El motivo por el que podemos ser llamados hijos de Dios es porque Jesús a través de Su sacrificio abrió un camino que antes no teníamos. Nos extendió el antídoto para poder derrotar al pecado y a la muerte y no tener que vivir dominados por las cadenas que este mundo caído ofrece. La verdadera salvación es el entendimiento y convicción de que éramos pecadores merecedores de muerte con la necesidad de un Salvador, y por eso Jesús tomó nuestro lugar, muriendo por nuestros pecados y nos pide que creamos en Él y que vivamos para Él. 

De nada sirve si te dan un regalo y lo dejes ahí, ¿cierto? Lo mismo pasa con nuestra salvación, de nada sirve decir que creemos pero la dejamos ahí y no hacemos nada con ella. 2 Corintios 5:20 dice, “Así que somos embajadores en nombre de Cristo, y como si Dios les rogara a ustedes por medio de nosotros, en nombre de Cristo les rogamos: Reconcíliense con Dios” (RVC). Al ser salvos, también nos volvemos embajadores, portadores del mensaje que Jesús quiere que el mundo entero lo sepa. El pecado había causado una separación entre la creación y el Creador, pero ahora hay un medio de reconciliación del cual tú eres conocedor y se te da la responsabilidad de llevar ese mensaje a las naciones.