No Calificamos, Pero Aun Así, Dios Decide UsarnosMuestra

No te atrevas

No te atrevas a hacer algo que Dios te pide que hagas para buscar ser aplaudido por los hombres o buscar ser reconocido por los demás; no tendrás otra recompensa más que esta ¡vaya miseria! 

De nada vale que el mundo te aplauda por hacer algo que simplemente es tu deber hacer porque fue Dios quien te dirigió a hacerlo y es tu obligación como hijo suyo obedecerlo. No hay nada de lo que puedas jactarte; la sabiduría, las capacidades, los recursos, los talentos y las habilidades que tienes para hacer lo que haces, fluye a través de ti porque así Dios lo ha querido y cuando Él lo decida, si lo desea, también te puede quitar lo que te ha dado. 

¡Ojo con tergiversar los propósitos por los cuales te ha entregado sus dones y sus talento! Con Dios no se juega, las cosas con Él son en serio; no es solamente servirle y poner por obra lo que te ha dado para su servicio. Sus hijos tenemos la gran responsabilidad de acatar sus órdenes. Debemos asumir con compromiso el avanzar en sus caminos en justicia, santidad; en espíritu y en verdad. Sólo así todo lo que hagamos en Cristo Jesús producirá el fruto que Él desea que produzca a su debido tiempo y conforme su voluntad. Por eso cuando hacemos algo para el Señor nunca nos deberíamos sentir frustrados por no ver los resultados que quisiéramos para el Señor. Recordemos que todo ocurre a su debido tiempo y según su voluntad y no la nuestra. Todo es para su gloria, conforme a sus deseos y no a los nuestros.

Sí, además del maravilloso regalo de la salvación, Dios ha contemplado entregarnos dones y talentos para que los pongamos al servicio de su reino. Tengamos presente que además de ser un privilegio es también una gran responsabilidad. Como siervos suyos debemos perseverar en su voluntad acorde a la santificación en la que quiere que avancemos, debemos perseverar en obediencia y vivir acorde sus mandatos; esto nos dará mayor tranquilidad y libertad a la hora de fluir en Él y para Él a través de lo que nos permite hacer en el poder de su Espíritu. 

Por eso, a parte de sentir un gran gozo por ser instrumentos de uso en las manos del Señor también deberíamos sentir temor y temblor por todo lo que nos demanda para poder servirle como lo exige, en santidad, en justicia, en espíritu y en verdad.