Un Lugar en La MesaMuestra

¿Te acuerdas de mí? 

¿Recuerdas a esta persona de la primaria a quien no le hablabas? ¡Sí, exactamente! El que comía solo en el recreo; le perdiste por completo la pista. Ahora eso es lo menos importante, porque estás enfocado en rescatar y avivar tu negocio del cual las últimas semanas no han sido las mejores.

En los últimos días has estado buscando un inversionista para tu negocio. Has tocado puertas y ninguna se ha abierto. 

De pronto, en la televisión se da a conocer una noticia grande: Un exitoso empresario está realizando una comida con los inversionistas más importantes y relevantes del país. 

La noticia captura tu atención por unos instantes, mientras tratas de identificar el rostro del empresario, que te parece algo familiar. 

Al paso de unos minutos puedes reconocer al chico de la primaria al que nadie le hacía caso. Piensas en tu interior: si tan sólo hubiera aceptado ser su amigo cuando me lo preguntó, hoy podría acercarme a él con confianza para pedirle ayuda.

Al cabo de unos días la noticia se comienza a hacer viral. Un día por la tarde tu teléfono suena. Contestas. Para tu sorpresa recibes una invitación a la comida, la cual ya es noticia nacional. Sin pensarlo dos veces, aceptas y preparas tu mejor vestimenta para la ocasión, mientras piensas las palabras exactas que le dirás a tu ex-compañero de clases. 

Finalmente llega el día. Al entrar al lugar percibes de inmediato estar rodeado por la gente de la más alta clase social. Tomas asiento en la orilla de una mesa cuadrada que se encuentra en el jardín. Claramente no pretendes hacerte notar.

Procuras no cruzar miradas con nadie evitando preguntas sobre tus intereses en la reunión. 

De pronto todo el lugar guarda silencio. Entra al jardín el magnate, el anfitrión de la reunión, tu ex-compañero, vistiendo un traje azul de lino fino con unos zapatos marrones impecables, un reloj dorado en su muñeca denotando gran elegancia. 

Agachas la cabeza, lo único que pasa por tu mente son todas esas veces en donde no le hiciste caso. 

Mientras todos estos pensamientos recorren tu mente, escuchas tu nombre en voz alta. Sorprendido, levantas la mirada. Tu compañero te está llamando, lo miras preguntándote si efectivamente eres tú a quien se está refiriendo, él asiente la cabeza.

Te invita a tomar asiento junto a él, te acercas apenado. Mientras te acercas a tu lugar te comienza a presentar a las personas con mayor influencia en el país, y el resto es historia. 

Jesús nos invita a Su mesa, muchas veces nos sentiremos inmerecedores por todas aquellas ocasiones en las que no le hicimos caso. En repetidas ocasiones Jesús tocó a tu puerta y, sin haber recibido respuesta, nunca dejó de insistir. 

Jesús, a través de Su palabra nos invita a buscarlo constantemente, no por los beneficios que Él tiene para ofrecernos, sino por el simple hecho de llamarnos amigos, hijos, redimidos, coherederos y co-participes del reino.

Él, conociendo nuestra vida, nos invita a Su mesa para sanarnos, restaurarnos y compartir la eternidad con nosotros.