Una vida satisfactoria

En un momento temprano de los años de enseñanza de Jesús, un joven oficial se le acercó con una pregunta de peso. “—Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?" (Lucas 18:18 NVI). 

La respuesta de Jesús fue una sorpresa y conmoción para todos. Él dijo: “ —Todavía te falta una cosa: vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme (versículo 22). 

La espiritualidad ha dado forma a mi búsqueda y definición del minimalismo. Pero el minimalismo también me ha iluminado con algunas enseñanzas espirituales importantes con las que estaba familiarizado desde hace años. Esta en particular. 

Verás, yo solía leer lo que Jesús dijo aquí acerca de regalar posesiones y dinero, y entonces pensaba, eso suena como una receta para una vida miserable. ¿Podría ser realmente lo que quería decir? En un mundo que a menudo define la felicidad en términos de la cantidad de cosas que podemos acumular, la instrucción de Jesús no tiene sentido. En los días buenos, añadiría este razonamiento: Tal vez si sacrifico mis cosas en la tierra hoy, recibiré recompensas cuando llegue al cielo. Esta debe ser la negociación que Jesús tenía en mente. 

Pero esta forma de pensar no se alinea con otras cosas que dijo Jesús. Las enseñanzas de Jesús siempre trataron de aprovechar al máximo cada día de nuestra vida en la tierra, así como en la eternidad. 

Cuando mi familia y yo empezamos a minimizar nuestras posesiones y a experimentar los beneficios, las palabras de Jesús al joven oficial rico empezaron a tener un nuevo sentido para mí. Jesús estaba diciendo: "¡Vende tus posesiones y dáselas a los pobres porque tus cosas son una carga innecesaria para ti! Te impiden experimentar la vida eterna y abundante por la que me preguntas. Tus cosas te impiden llegar a ser todo lo que estás destinado a ser”.

La instrucción de Jesús no era tanto una prueba de la fe del hombre o una llamada al sacrificio sobrehumano como una declaración de la verdad. Era una invitación a un modo de vida mejor. ¡Las posesiones del hombre le impedían vivir la vida rica y satisfactoria que Jesús vino a ofrecer! ¿Podría ser eso cierto para ti también?

¿De qué manera tus posesiones te impiden disfrutar plenamente de la vida? Piensa en el fin de semana pasado. ¿Cómo te afectó organizar las cosas, arreglarlas, comprarlas o no tener dinero para comprar las cosas que necesitabas?