Aprendiendo a superar la ansiedadMuestra

El mejor remedio contra la ansiedad es fortalecer la fe

¿Debería sentirse culpable un cristiano por tener ansiedad? ¿Indica la ansiedad falta de fe?

En 1 Pedro 5:7 la palabra de Dios nos dice que Dios tiene cuidado de nosotros, por lo tanto, podemos echar confiadamente muestras cargas sobre Él. Ahora, el asunto es sí verdaderamente creemos que es así. Es un asunto de fe. 

Ante las dificultades y problemas podemos responder con fe o con ansiedad. Pero en un mismo corazón no pueden habitar juntos, en forma permanente, la ansiedad y la fe, pues son excluyentes la una de la otra.

Por su puesto no nos referimos a la ausencia de la fe, sino a la falta de madurez de la fe, a la falta de crecimiento de la fe. Hasta cierto punto, es natural experimentar ansiedad en un mundo de tanta incertidumbre como en el que vivimos. Por otra parte, Dios comprende nuestras imperfecciones. Es casi imposible no sufrir algún grado de ansiedad (2 Timoteo 3:1). 

La ansiedad persistente, no obstante, puede debilitarnos y hacernos perder la confianza en Dios. El apóstol Pablo llamó a la falta de fe “el pecado que fácilmente nos enreda” (Hebreos 12:1). 

Las situaciones estresantes varían en forma e intensidad y nuestra vida terrenal nunca estará libre de ellas por completo. Sin embargo, la pregunta importante es: ¿Qué haremos con nuestra ansiedad? Si permitimos que ella domine nuestro pensamiento, podría llegar a convertirse en un estilo de vida. Pero si creemos lo que dice la Biblia acerca del Señor y de su cuidado por nosotros, experimentaremos una magnífica liberación de la preocupación (Charles Stanley).

Por lo tanto, necesitamos procurar que la ansiedad no nos abrume y domine nuestra vida, y aprender a descansar en el fiel cuidado de Dios. 

Tal vez la razón principal por la que nos inquietamos sea falta de confianza en el Señor. La ansiedad puede ser un síntoma de falta de fe. La Biblia está llena de promesas de la provisión de Dios, pero con mucha frecuencia dudamos de ellas. Si usted puede confiarle al Señor su seguridad eterna, ¿no puede también confiarle sus necesidades terrenales?