El Problema del Orgullo

Por Pastor Dan Hickling

“Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.”—Apocalipsis 3:17 (RVR1960)

Si vemos la biblia en su totalidad, cuando nos vamos atrás desde Génesis hasta Apocalipsis, llegamos a la siguiente conclusión: Nosotros mismos somos nuestros peores enemigos.

Tenemos a un gran oponente, Satanás, quien es identificado como nuestro acusador (Apocalipsis 12:10) y nuestro adversario (1 Pedro 5:8). Pero la Palabra de Dios nos dice que su efectividad como nuestro enemigo está basada en un problema profundo dentro del corazón humano, el problema del orgullo.

No estamos hablando de la clase de orgullo que sea sano, el cual considera en alta estima a alguien o algo con honor. De la clase de orgullo de la que estamos hablando, es la que considera a uno mismo como superior a los demás, a pesar de la verdad revelada en la Palabra de Dios. La realidad es que todos hemos nacido en una condición pecadora y estamos desesperadamente necesitados del perdón, la misericordia y la gracia de Dios.  No hay lugar para alardear de nosotros mismos, o vivir bajo la falsa impresión de que somos auto-suficientes, o que estamos bien aunque estemos apartados de Dios. Cualquier idea parecida a esta es orgullo, y esto nos destruirá más rápido que cualquier cosa.

Las Escrituras están llenas de tristes ejemplos como estos, particularmente cuando leemos la carta que Jesús le envió a la iglesia de Laodicea en el Libro de Apocalipsis. Esta iglesia estaba al borde del colapso porque colectivamente habían sucumbido en el orgullo espiritual. Ellos creyeron que habían “llegado” al punto de la auto-suficiencia. Pero Jesús nos dice en el versículo antes mencionado, que en realidad ellos estaban “desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos.”

El orgullo los había cegado hasta llegar a esa condición, por eso el orgullo es tan letal. Distorsiona nuestra habilidad de ver la verdad, que es la que nos hace libres. De hecho, cuando Jesús le dijo a los líderes judíos que la verdad los haría libres, ellos demostraron cuán orgullosos eran al declarar, “linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie” (Juan 8:33 RVR1960). Si eres conocedor de la historia judía, sabes que ellos han sido esclavizados muchas veces. El orgullo los cegó para no ver la realidad que todos los demás podían ver claramente.

Nosotros no somos diferentes a ellos; el orgullo será nuestro peor enemigo si lo permitimos. Permanezcamos cerca de Jesús, quien nos recordara nuestra infinita necesidad de Él y Su misma presencia nos protege del poder del orgullo.