IdentidadMuestra

Día 4: Debo complacer a Dios antes que buscar la aprobación de las personas.

Oración: Padre Celestial, recuérdame durante el día que mi valor viene de Ti. Amén.

Lectura: 

Como seguidores de Jesús, somos llamados a servir. Si vemos una necesidad y podemos ayudar, debemos hacer lo que podamos. Y, honestamente, sentirse necesitado se siente bien. Saber que somos capaces de hacer una diferencia en la vida de otros puede avivar nuestro sentido de propósito.

Pero como todo, si los motivos detrás de la acción más noble se descarrilan, nos encontraremos en un lugar poco saludable. Si has recibido reconocimiento por servir, sabes que enfocarse en los elogios es muy tentador y puedes olvidar la razón por la que comenzaste a servir.

Sin importar la razón, cuando notamos que anhelamos la aprobación, nos volvemos vulnerables a una creencia falsa muy común: Debo complacer a otros para ser valioso. Cuando comenzamos a creer esa mentira, nos metemos en problemas:

• Nos descuidamos a nosotros mismos, porque nuestro combustible viene de la aprobación de otros. 
• Escondemos nuestras imperfecciones. 
• No decimos la verdad cuando hacemos las cosas mal.

Necesitamos recordar que ¡ya somos inmensamente valiosos! Fuimos creados a imagen de Dios y nunca existirá alguien como nosotros. Dios nos acepta y nos valora.

Poner toda nuestra energía en complacer a otros no tiene ningún fruto. En esta vida, algunos nos adorarán... y otros no. Y aunque podemos disfrutar la alabanza ocasional, también podemos sentir dolor por la opinión que otros tienen de nosotros. La aprobación de otros no debe ser lo que motiva nuestras acciones.

Lo que debo hacer es complacer a Dios en lugar de buscar la aprobación de las personas. Hasta el Apóstol Pablo reflexionó sobre esto mientras luchaba con la forma en que las personas lo percibían.

Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo (Gálatas 1:10).

Aunque nuestras acciones resulten en servir a las personas o complacerlas, nuestra motivación debe ser servir al que nos sirvió primero, entregando a Su Hijo por nosotros.

Reflexión:

¿Qué pasaría si sirvo a otros sin depender de su agradecimiento o aprobación para saber cuánto valgo?