Construyendo HumildadMuestra
“Ciertamente la soberbia (el orgullo) concebirá contienda; mas con los avisados está la sabiduría” (Proverbios 13:10).
El orgullo da lugar a contiendas
La persona orgullosa y soberbia cree que nadie tiene que darle lecciones, y por eso se permite hablar con dureza a los demás. No le gusta que le digan sus errores, se ofende con facilidad y siempre tiene la razón, de allí su tendencia a generar contiendas. Cuando las personas se centran en su propia exaltación, siempre intentarán avanzar a expensas de los demás, y eso inevitablemente genera conflictos.
El orgullo no es buen consejero, y es hasta peligroso. El orgullo crea barreras en las relaciones interpersonales, y genera antagonismos, en función de la baja tolerancia, el excesivo egocentrismo y la baja valoración de los otros a que da lugar. Esta actitud de sobreestimación propia, dificulta el conciliar las ideas dentro de un grupo, por eso el orgullo da lugar a las contiendas, dada su carga de desdén y deprecio que manifiesta hacia otras personas. “Ciertamente la soberbia concebirá contienda; mas con los avisados está la sabiduría” (Proverbios 13:10). “El altivo de ánimo suscita contiendas; mas el que confía en Jehová prosperará” (Proverbios 28:25). Los egos inflados realmente entorpecen y pueden levantar murallas con los demás.
El orgullo hace a la persona creerse infalible, por lo que la persona orgullosa puede recurrir al engaño, la manipulación y la coerción para que su opinión prevalezca. El orgulloso, cuando comete una torpeza, busca disimularla con altanería. El orgullo se disfraza de celos y contención. El orgulloso no admite la posibilidad de cometer errores, por lo que le cuesta dar su “brazo a torcer” cuando se equivoca u ofende a otros, lo que genera muchas relaciones rotas y dañadas. El orgullo impide pedir perdón y dar lugar a la restauración y reconciliación de las relaciones.
La forma más efectiva para poder vencer el orgullo es la humildad. La humildad es el antídoto contra el orgullo. El orgullo y la humildad son dos actitudes que se oponen totalmente.
Escrituras
Acerca de este Plan
La humildad es una virtud esencial en la vida. La humildad: reconocer lo que somos, sin exagerar ni minimizar. La persona humilde tiene conciencia de sus habilidades y capacidades propias, y como no tiene nada que demostrar, está más abierta a aprender y a reconocer sus errores, así como a apreciar el valor de las otras personas.
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Nos gustaría agradecer a Arnoldo Arana por brindar este plan. Para mayor información por favor visite: https://vidaefectiva.com/