Si Eres Hijo... Eres SoldadoMuestra

Si Eres Hijo... Eres Soldado

Constantemente gritamos a los cuatro vientos lo privilegiados y bendecidos que somos por haber sido adoptados como hijos de Dios por medio de Jesucristo; por supuesto es motivo de nuestro gozo, es una victoria que Cristo ganó y nosotros somos parte del botín. Fuimos salvos, escogidos y adoptados en la familia de Dios por gracia y por fe, indudable beneficio que hemos recibido sin mérito alguno, cómo no alegrarnos en ello. Sin embargo, medito en el propósito por el cual Dios ha permitido que suceda; qué es lo que busca con nosotros al hacernos parte de su reino. Es decir, Dios a nosotros no nos necesitó ni nos necesita, a Él no le plació salvarnos porque Él considerara que había algo de nosotros que le atrajera o le hiciera falta; y menos, para que de cierta forma asumamos la actitud de: "aquí estoy, me has salvado, sírveme, súpleme porque soy tuyo, fuiste Tú quien me escogiste", como si por alguna razón Él necesitara ocuparse con nosotros. 

Es nuestro deber comprender que sus propósitos sobrepasan la condición y la necesidad de salvación que teníamos por causa de esa condición en la que nos encontrábamos. Fuimos favorecidos por su benevolencia pero no porque realmente tuviera que hacerlo; no merecíamos que nos mirara con su gracia y su bondad, pero bueno, nos escogió, bendita elección. Ahora, no sólo nos escogió dándonos el privilegio de participar de todas las riquezas que ofrece su reino, también nos escogió para que fuéramos capacitados y entrenados para aquellas profecías en las que Él nos ha involucrado como sus elegidos, no sólo mientras permanezcamos en este mundo, sino para aquellas profecías que nos esperan a partir del momento en que nos encontremos con Jesús en las nubes (ver Tesalonicenses 4:17). 

Eres hijo... Eres soldado, porque un hijo de Dios es consciente no sólo de su salvación sino de su responsabilidad como guerrero valiente que sabe que día a día tiene batallas que enfrentar. Un hijo de Dios reconoce que está en territorio del enemigo, porque es satanás quien reina en este mundo; sin embargo, sabe que mientras su espíritu esté alineado a su verdadero reino, al que pertenece, al de Dios, podrá vencer toda batalla que le toque enfrentar y por cada batalla enfrentada ganará coronas que llevará como regalo al Rey de reyes y Señor de señores "Cristo Jesús" cuando llegue el momento de presentarse ante su tribunal.