Un Corazón en El DesiertoMuestra
¿Te ha sucedido que en medio de una situación desesperante a veces terminas pasando por alto la solución obvia y esencial? En los desiertos espirituales de nuestras almas podemos encontrarnos perdiendo de vista aquello que es fundamental: necesitamos volver a Dios.
La Biblia nos enseña que Él se acercará a todo aquel que se acerque a Él (Santiago 4:8). A veces pensamos que hemos estado tan lejos y tan fríos espiritualmente que necesitamos arreglar nuestras vidas para poder regresar a Él. Pero la realidad es que Dios quiere que volvamos tal cual estamos porque Él es el único que puede hacer correr ríos de agua viva en nuestro interior.
En esto radica nuestra esperanza: no importa lo grande de nuestro pecado y lo lejos que hayamos estado, si volvemos a Él arrepentidos, nuestro Padre Celestial nos recibe, nos perdona y nos limpia. Porque la sangre de Cristo ya ha comprado nuestro perdón, libertad y reconciliación eternos.
Si estamos en Cristo, nuestra lejanía en medio de la sequía espiritual no cambia nuestro estado de hijos de Dios. No necesitamos volver a ganar nuestra reconciliación porque eso ya lo logró Cristo en la cruz del Calvario. Él dijo: «¡Consumado es!», y esta es una verdad que sostiene toda nuestra realidad como cristianos.
Somos reconciliados por siempre mediante la obra de Jesucristo. Si en medio de nuestro pecado volvemos a Dios para buscar la restauración de nuestra comunión, esto será posible, pues ya fuimos reconciliados y nuestro estado de hijos de Dios nos garantiza que Él siempre esté mirándonos de frente, aunque nosotros le hayamos dado la espalda.
Dios no te ama menos porque te has alejado de Él y ahora estás sumido en un desierto espiritual. Tu corazón seco y alejado no cambia Su amor hacia ti. Las aguas estancadas de las que has estado bebiendo no impiden que los ríos de agua viva de nuestro Dios estén disponibles.
En medio de tus pecados, recuerda que Cristo, solo por Su gracia, ha pagado un enorme precio por cada uno de ellos y ha hecho posible el perdón y la limpieza de tu corazón. Cristo no solo paga el precio por nuestros pecados, sino que también es nuestro abogado delante del Padre (1 Jn 2:1). Cuando el pecado llega y nos acusa, Él presenta Sus alegatos de defensa y da cuenta delante de Dios de Su obra a nuestro favor.
La gracia de nuestro Dios abre la puerta para que emprendamos con libertad el camino del arrepentimiento de vuelta a Dios.
Escrituras
Acerca de este Plan
En medio de la sequía espiritual de nuestras almas tenemos esperanza en Jesús, Aquel que puede hacer correr ríos de agua viva en nuestro interior una vez más.
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Nos gustaría agradecer a Paty Namnún por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://linktr.ee/PatyNamnun