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EL SUFRIMIENTO ES LA HERRAMIENTA DE DIOS PARA PURIFICAR NUESTROS CORAZONES.

El sufrimiento es universal, no tiene edad. No hay nadie en este mundo que diga que no ha conocido una gota de dolor. Ya sea por nuestro pecado o por el pecado de otros, la respuesta, según la Biblia, es el pecado. El pecado es la maldad personificada, por eso es aborrecida por Dios, pues Él es Santo, Santo, Santo. Si una persona comete pecado continuamente sin reconocerlo, es pecadora. Y si es pecadora, no puede estar con el Santo.

¡Qué dilema! Dios lo resuelve por nosotras con una misericordia y gracia que solo provienen de Él. Es por ello que Jesús le dijo a Pablo, quien le había pedido tres veces que le quitara el aguijón —saber qué es el aguijón no es importante, sino el dolor que ocasionaba al Apóstol—: “Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad”.

¿Por qué estas sencillas frases son suficientes para Pablo que no rebate algo a Jesús? Porque la misma gracia que le salvó es la misma gracia que necesita para seguir siendo salvado. Te explico. Cuando somos salvas es para ser transformadas de lo que antes éramos —pecadoras— a lo que ahora somos en Cristo por fe, redimidas. Necesitamos la misma gracia.

Pero todavía pecamos en pensamiento, en palabra y en acción. Mientras estemos en este mundo, el pecar unos contra otros nos causa sufrimiento. No podemos huir del pecado, ni con palabras mágicas ni por buenos deseos. Solo podemos someternos bajo la palma de Dios al encontrar perdón y ayuda.

El mundo te dice que las emociones son quienes nos guían o que puedes escoger tu verdad, las hijas de Dios estamos dispuestas a sufrir para que el poder de Cristo more en nosotras, tanto que nos gloriamos en nuestras debilidades. Esa es la respuesta de Pablo a la gracia poderosa de Cristo. Sea también la tuya y la mía cada día.

APRENDE-VIVE-LIDERA

• Aprende: ¿Por qué sufrimos?
• Vive: Lee 2 Corintios 12:1-13 y escribe una meditación acerca del sufrimiento.
• Lidera: Comparte este mensaje.

ORACIÓN

Oremos. Señor, gracias por Tu amor, misericordia y gracia en acercarme a Ti. Perdóname por huir del sufrimiento, siendo esta Tu herramienta de santificación para parecerme a Ti. Ayúdame a gloriarme en la debilidad, para que Tu poder se vea en gozo, confianza, paz, sabiduría y fe, para que otros te vean a Ti. En Cristo, amén.