Decimos que confiamos en Dios, pero ¿CONFIAMOS?Muestra

El primer día del plan yo te hablé de cuántas veces había visto la mano de Dios interviniendo a mi favor. Nunca las voy a olvidar. Pero me cuestionaba por qué en vez de confiar en que Dios podría hacerlo una vez más, decidía ir a buscar ayuda en otros lados. Nadie es más poderoso que Dios, nadie me demostró que puedo confiar en él más que Dios.

En este último día quiero hablarte de mi experiencia. Claro que es mía, seguramente tu historia sea muy distinta. Pero espero que sea de ayuda para la situación en la que tú estés.

Tengo 26 años, pero todo comenzó hace 3 años. La vida era “normal”, como siempre, existían problemas pero eran superables. Entre los estudios, el servicio en la Iglesia, la familia y un novio, no había tiempo para parar, la vida fluía, los días pasaban sin que nos diéramos cuenta.

Era marzo de 2019, recién habíamos vuelto de nuestro primer viaje familiar a Europa. Pero de manera sorpresiva, a fines de abril, mi papá fallece. La vida nos había pegado fuerte. Fue algo totalmente inesperado, ¡impredecible! Nuestra vida quedó patas para arriba. Gracias a Dios salimos adelante y continuamos, aunque sin dejar de extrañar a un padre maravilloso, que estuvo presente siempre.

Luego de unos meses, comencé a sentirme rara. Estaba más nerviosa de lo normal, comencé a sentir síntomas físicos y tenía miedo. Fue una época difícil, llena de consultas médicas y medicación. Además, todo esto fue durante la pandemia, lo cual no me favoreció en lo más mínimo.

Finalmente, descubrí que estaba atravesando un período de ansiedad, y estaba muy relacionado con la muerte de mi papá. Primero tuve que procesarlo y llegar a entender que lo que pasó era totalmente imprevisible. Luego comprendí que sin duda, Dios tenía un propósito para todo esto, sin importar lo malo que fuera. Creo que aún no lo descubrí, pero aprendí a confiar que Dios lo dispuso así por algo, y eso me basta.

Tuve que trabajar mucho en mi relación con Dios y en mi fe, aprender a no desesperar y entregarle todo. Creo que voy por buen camino; aunque los pensamientos de ansiedad golpean mi mente hasta el día de hoy. Pero soy yo la que decido dejarlos entrar o no.

Todos los días decido soltar las cosas de este mundo para aferrarme a Dios. En Él encuentro descanso, Sus promesas de bien me motivan a seguir, y Su voluntad es mi guía cada día.

¿Y tú? ¿Vas a seguir aferrado a la vida? Dale el control a Dios, confía en Él. ¡No hay nadie mejor en quién confiar!