El Dios que RestauraMuestra

La alabanza de Zacarías

Lectura: Lucas 1:57-80

Devocional: Lucas 1:76-79 NVI

»Y tú, hijito mío, serás llamado profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor para prepararle el camino. Darás a conocer a su pueblo la salvación mediante el perdón de sus pecados, gracias a la entrañable misericordia de nuestro Dios. Así nos visitará desde el cielo el sol naciente, para dar luz a los que viven en tinieblas, en la más terrible oscuridad, para guiar nuestros pasos por la senda de la paz».

En el texto

Lo prometido estaba finalmente al alcance de la mano. Dios había prometido dar un hijo a Zacarías y Elisabet, y cuando Juan nació, Zacarías mostró su fe en la promesa de Dios y su obediencia al mandato de Dios, nombrándolo como el ángel le indicó. Este fue el momento redentor de Zacarías, estaba abrumado de gozo y alabó a Dios.

Dios también prometió que vendría un precursor que prepararía el camino para el Mesías. Juan era ese mensajero prometido, quien proclamaría la venida del Mesías y llamaría al pueblo al arrepentimiento.

Mientras preparamos nuestros corazones para la celebración del nacimiento de Cristo el día de Navidad, recordamos todas las promesas que Dios nos ha hecho. Él prometió restaurar, perdonar y derramar Su misericordia sobre nosotras. Él nos ha dado luz en la oscuridad a través de Su Hijo. Dios ya ha cumplido Su promesa de salvarnos del pecado y de la muerte, y Él cumplirá Su promesa de regresar como Rey. Recordemos lo que estamos esperando incluso mientras celebramos Su primera venida.

Lo prometido se cumplirá con seguridad. Dios cumple Sus promesas. El cumplió Su promesa a Zacarías y Elisabet, a pesar que Zacarías dudó. Él cumplió Su promesa de salvarnos del pecado cuando Él murió en la cruz. Él mantendrá Su promesa de regresar como Rey y darnos vida eterna. Y no importa lo que enfrentemos hoy, no importa cómo sean nuestras circunstancias, podemos confiar en todas Sus promesas, creyendo que Dios es fiel y que nos ama.

Lo prometido se cumplirá con seguridad. Zacarías se detuvo y alabó a Dios cuando Juan nació. Él vio la mano poderosa de Dios, y lo adoró. Cuando miremos a Dios moviéndose en nuestras vidas, aunque no sea el resultado exacto que esperábamos, que seamos personas que nos detengamos y le alabemos por lo que Él está haciendo y por cómo Él está obrando. Porque Él siempre está con nosotras, y siempre está restaurando.