Hasta que apareció

Por Samantha Rodriguez

"Dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta:«La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel» (que significa «Dios con nosotros»)" (Mateo 1:21–23 NVI).

¿Alguna vez has perdido algo que era realmente valioso para ti? Tal vez perdiste tu anillo de bodas, o las llaves de tu auto, o una herencia familiar. En estos momentos, probablemente te has sentido asustado, angustiado y frustrado.

Verás, solo porque algo se pierda no significa que no tenga valor. Por el contrario, perder algo realmente nos muestra cuán valioso era. ¡Esto se asemeja a cómo podemos vernos a nosotros mismos y al resto de la humanidad! Estamos perdidos en la oscuridad y no podemos encontrar la salida por nosotros mismos, sin embargo, el estar "perdidos" no nos quita nuestro valor. De hecho, ¡el amor de Dios hacia nosotros es exactamente lo que nos da nuestro valor!

En el himno navideño en el que nos estamos enfocando esta temporada, "Oh Santa Noche", hay una frase que dice así: "Hasta que apareció y el alma sintió su valor". Aunque esta frase puede pasar desapercibida, transmite la verdad de que la vida de Jesús nos permite sentir el valor de nuestras propias vidas. Debido a que estaba dispuesto a entrar al mundo como un bebé, vivir la vida como tú y yo, y morir una muerte que no merecía, finalmente podemos reconocer que nuestras vidas son valiosas y aun así se pierden. Jesús vino porque Dios estableció que valía la pena luchar por nosotros y quería traernos de vuelta a casa, sin embargo, todavía tenemos que tomar la decisión por nosotros mismos.

Durante la temporada navideña, puede ser fácil caer en las mentiras del enemigo que quiere que creamos que no tenemos valor, que no somos deseados y que estamos solos. No debemos permitir que sus intrigas inunden nuestros corazones porque Jesús está a nuestro lado a pesar de todo. Él nació para salvarnos y para ser nuestro amigo para siempre. Es por eso que la profecía en Isaías 7:14 (NVI) afirma: "Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: La virgen concebirá y dará a luz a un hijo, y lo llamará Emanuel". Nuestra Escritura para hoy en Mateo afirma esta profecía exacta. Jesús es Emanuel, Dios con nosotros.

Piensa en cómo es compartir la vida con alguien. Tal vez has salido a caminar con un amigo o has hecho un viaje por carretera, has tomado una clase o has cocinado una comida con alguien. Cuando hacemos cosas con personas, creamos memorias, desarrollamos amistades más profundas y experimentamos la alegría de vivir en comunidad. Ahora, piensa en lo que significa que Dios esté con nosotros. Ya sea que tengamos a alguien físicamente con nosotros o no, ¡siempre tenemos la seguridad que Jesús está con nosotros mientras hacemos cualquier cosa y todas las cosas en nuestras vidas!

Tu valor no se determina por quién está o no a tu alrededor en un momento especifico. Tu valor no se prueba por las cosas que logras o los títulos que posees. ¡Tu valor viene de Quien te hizo porque Él es completa y perfectamente digno! ¡Tu valor viene de Cristo que voluntariamente se sacrificó a sí mismo para salvarte! En esta temporada navideña tú puedes combatir las mentiras del enemigo recordando estas dos cosas: Tu vida vale la pena gracias a tu Creador, y tu Salvador ha prometido estar contigo siempre para que nunca estés solo.

Pausa: ¿Crees que tienes valor? ¿Has permitido que la abrumadora gracia y el amor de Cristo te definan verdaderamente?

Practica: Esta temporada, recuérdate diariamente que tu identidad está en Cristo y quién es Cristo. Para empezar, recuerda hoy que Dios te ha hecho como un ser valioso creado a Su imagen. Y debido a que Él es el ser más digno que existe, ¡debemos pasar cada día adorándole con nuestras palabras y hechos!

Ora: Santo Padre, hermoso Jesús, gracias por crearme y venir voluntariamente a rescatarme. Yo estaba perdido, pero ahora me encontraste, y la presencia y vida de Cristo me han permitido sentir el valor de mi alma. Que yo nunca permita que las mentiras del enemigo me convenzan de que soy demasiado impuro, quebrantado o perdido para tener una relación contigo a través de Cristo. Permíteme recordar que Tú dices que soy Tuyo, y eso me da valor, propósito y esperanza. Nada puede o podrá cambiar esto. Te alabo Señor. Amén.