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Bendecidos Con Su Paz

DÍA 3 DE 5

El Dios de Esperanza

“Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo" (Rom. 15:13). Dios, el Dios de la esperanza, es el único puede llenar nuestra alma de gozo y paz. Estos son frutos de la fe, se manifiestan al creer en el Dios de la esperanza, y en todo lo que es Él.

Creer no es otra cosa que tener fe en lo que Dios nos ha dado, lo que nos ha dicho y nos ha prometido. Es la fe que considera las promesas de Dios y las cree porque fiel es quien las prometió. La Palabra de Dios, cuando es escuchada, estudiada y obedecida, produce fe en nosotros. “La fe es por el oír y el oír, por la Palabra de Dios" (Rom. 10:17).

El Espíritu Santo nos fue dado cuando creímos en Cristo y le recibimos como nuestro Señor y Salvador. Es el Espíritu de Dios quien habita en nosotros, el que hace que abunde en nosotros la esperanza. Es un ciclo espiritual de crecimiento y transformación que ocurre en el alma del creyente. Todo empieza con el Dios de esperanza, es Él obrando en nuestras vidas, nutriéndonos y alimentándonos para que nuestra fe crezca.

Esa fe produce en nosotros gozo y paz. Éstas son dos cosas que anhela el mundo y que trata de obtener a través de vanidades y placeres. Estos, aparentemente, le dan lo que anhelan para luego esfumarse, dejando frustración y soledad en el alma. Solo el Dios de esperanza puede darnos el gozo y la paz que viene como resultado de sabernos amados, cuidados, protegidos y guiados por Él.

Lo maravilloso de lo que venimos hablando es que, en realidad todo procede de Dios. La esperanza, la fe, el gozo y la paz cuando vienen de lo alto, del mismo corazón de Dios, no son emociones pasajeras a merced de los tiempos y las circunstancias. Hoy creo porque me va bien, mañana dudo porque soplaron los vientos. El gozo y la paz que se dan en el contexto de la fe, están ancladas en Cristo y descansan en la obra redentora de la cruz.

El error del mundo es creer que estas cosas pueden ser encontradas por esfuerzo propio. En su empeño por alcanzarlas algunos leen libros motivacionales, van a seminarios, entran en doctrinas extrañas que les prometen villas y castillas. En ese afán, tratan consciente o inconscientemente, diferentes caminos siguiendo la flecha que promete conducirles a la felicidad y la paz.

Sin embargo, Jesús mismo nos enseña que la paz que Él nos da no es la misma que el mundo da. Solo el Dios de esperanza en nosotros nos concede la sublime bendición de poseer esos tesoros. Preguntémonos, ¿qué mayor riqueza podríamos anhelar que tener gozo, paz, fe y esperanza? La verdad es que son joyas preciosas que Dios, en Su gran amor, nos ha concedido.

Creemos en el Dios de esperanza, y por esa fe tenemos gozo y paz. Dios siempre cumple lo que promete. De manera que abundar en esperanza va ligado a la fe, por eso cuando alimentamos nuestra fe con la Palabra, abundamos en esperanza. ¿Por nosotros mismos? No, no podemos. Abundamos en esperanza por el poder del Espíritu Santo de Dios que está en nosotros. ¡Gloria a Dios por sus infinitas bondades para con nosotros!

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Acerca de este Plan

Bendecidos Con Su Paz

Tener paz es poseer un tesoro, así que si la tenemos somos ricos, más de lo que nos pudiéramos imaginar. En este plan dejaremos que el Señor nos hable por Su Palabra y nos dé las herramientas que necesitamos para acceder a la paz que ya nos ha sido dada. Es el mejor lugar, mejor dicho el único lugar que nos puede dejar claro lo que poseemos en Cristo Jesús.

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