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Bendecidos Con Su Paz

DÍA 5 DE 5

Calma para el alma

Hay ocasiones en que se nos hace difícil pensar con claridad porque las situaciones que enfrentamos no nos ayudan. Estas situaciones pueden ser de diferentes circunstancias. Podemos mencionar entre ellas, el mucho trabajo acumulado, las agendas llenas, problemas familiares o de alguna otra índole, asuntos que llegan sin que podamos encontrar soluciones a los mismos, etc.

Como seres humanos, llegamos a un punto en el que nuestra alma clama por la calma. Es así como escuchamos la voz del Salmista diciendo: “Mi alma también está muy turbada". Necesitamos quietud, sosiego, un espacio de tranquilidad en el que podamos retomar las fuerzas para continuar.

Los que no tienen la bendición de ser hijos de Dios, se hayan buscando una paz que jamás alcanzarán, a no ser que la busquen en Cristo. Es triste decirlo, pero es la realidad. Esto es así porque esa “paz” es la que ofrece el mundo y no es capaz de llevar una vida a “lugares de delicados pastos” a descansar.

No obstante, y gracias al Altísimo, los que somos de Cristo nos sabemos apacentados y calmados por Cristo nuestro buen Pastor. Poseemos Su paz, y es cuando nuestra alma está estresada cuando más aquilatamos esa paz que solo Él nos puede dar. Recordemos cómo Dios se le reveló al profeta Isaías, fue a través de un silbido apacible, de una brisa.

Todo aquello que tenía turbada su alma, estaba representado en el grande y poderoso viento, en el terremoto, en el fuego. La confusión, el temor, las amenazas le tenían emocionalmente desconcertado. Pero de pronto, en el silbido apacible y delicado escuchó la voz de Dios que le calmó y le dio dirección.

Dios nos invita a que vayamos en oración a encontrarnos con Él. Allí, el Espíritu Santo de Dios, se encarga de nosotros. Nos conforta y nos alienta. Va calmando las aguas que no nos dejan pensar con claridad y nos lleva a un lugar de descanso en el que hacemos memoria del poder y la majestad de Dios.

Es una obra divina en nosotros, se trata del descanso que Dios imparte a nuestra alma para que sosegados le podamos ver. Entonces se hace evidente que a pesar, de cuáles sean nuestras circunstancias, Dios sigue siendo Dios. Es Él quien pelea nuestras batallas, es Él quien nos defiende, quien calma la tormenta y nos hace caminar sobre las aguas.

Su brazo nos sostiene, y Su Palabra nos anima con todas las promesas y verdades divinas que nos son reveladas en ella. Sí, amados, nuestro Señor quiere dar calma a nuestra alma. Confiemos en que tenemos un lugar seguro bajo la sombra de Sus alas y que siempre la paz de nuestro Señor Jesucristo se encargará de aliviar nuestras cargas y confortar nuestras almas.

“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).

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Agradecimiento especial al pastor Jonathan Riddering por su colaboración en el diseño gráfico.

Día 4

Acerca de este Plan

Bendecidos Con Su Paz

Tener paz es poseer un tesoro, así que si la tenemos somos ricos, más de lo que nos pudiéramos imaginar. En este plan dejaremos que el Señor nos hable por Su Palabra y nos dé las herramientas que necesitamos para acceder a la paz que ya nos ha sido dada. Es el mejor lugar, mejor dicho el único lugar que nos puede dejar claro lo que poseemos en Cristo Jesús.

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