¡Sé tú!*Muestra

Sé tú* (Parte 5)

Cuando estaba de regreso en la escuela de postgrado, tuve un profesor mayor que admitió: “Solía orar para que Dios me protegiera de mis debilidades. Ahora oro para que Dios me proteja de mis fortalezas”. Mientras me hago mayor, más entiendo lo que quiso decir. Es difícil no permitir que las cosas buenas lleguen a los extremos. Las personas extrovertidas pueden convertirse en personas que dominan la conversación. Las personas compasivas pueden convertirse en personas temerosas que nunca tienen conversaciones de confrontación. Las personas organizadas pueden ser exigentes y molestas, y las personas adaptables pueden ser bastante excéntricas y poco confiables. Entonces, ¿cómo te mantienes equilibrado, usando tus dones únicos sin dejar que esas bendiciones se conviertan en una maldición?

Esta pregunta te podría ayudar: ¿Soy desinteresado? Las personas desinteresadas (1) usan sus fortalezas para servir a los demás y (2) saben que necesitan la ayuda de las fortalezas de otras personas. Por ejemplo, si eres una persona trabajadora, productiva y cumplidora, te preguntarás: ¿Cómo puedo usar este don para ayudar a mi familia/iglesia/comunidad? Y, ¿de quién necesito ayuda para asegurarme de que estoy haciendo lo más importante en lugar de sólo mis propias cosas? El desinterés es lo que hace que el cuerpo de Cristo encaje mientras todos disfrutamos del amor desinteresado de Jesús, nuestra cabeza.

“Así también nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a los demás” (Romanos 12:5).