¿Cómo Reprendes Al Enemigo?Muestra

"Lo que usa para atacarnos"

El enemigo es estratega, es astuto y es perseverante. Por eso nosotros, debemos no solo conocerlo sino conocernos en la identidad de Cristo Jesús y en el poder que nos ha sido concedido para poder vencer cada batalla en la que tengamos que enfrentar sus ataques.

Los ataques del enemigo se enfrentan en la convicción de victoria que nos dio Cristo Jesús, a través de Su muerte y de Su resurrección. Recordemos que el enemigo y sus demonios ya fueron vencidos por Jesús en el madero. Sin embargo, es necesario que no subestimemos sus maquinaciones ni lo que puede usar para intentar lograr su cometido en contra nuestra y principalmente en contra de los planes que Dios, nuestro Padre, ha determinado cumplir con nosotros para Su gloria.

Identifiquemos algunas de las cosas que puede usar el enemigo para atacarnos:

La falta de comunión con el Padre y con Su Hijo Jesús, es el arma principal para que Satanás y sus demonios, puedan encontrar puertas de entrada que les permita ejercer influencia, opresión y autoridad sobre los hijos de Dios.

Otra de las armas más poderosas que utiliza, es la autoridad que se le da a través del pecado; una vez se da lugar a la tentación, su influencia intentará arrastrar a quien caiga en su red, a sus planes de destrucción.

La falta de comunión con los hermanos es otra de las armas utilizada por el enemigo. El enemigo aprovecha el aislamiento en el que muchos se mantienen para influenciarlos con sus susurros contenciosos y divisorios, provocando hastío hacia la unidad en Cristo Jesús.

El deseo por las cosas que ofrece este mundo, también se convierte en un arma contundente a través de la cual el enemigo puede desviarnos y desenfocarnos de los propósitos del Señor; el enemigo es feliz, oprimiendo y produciendo estancamiento a través de esta debilidad. Mientras más enfocado pueda tener a alguien en el afán de este mundo, menos riesgo corre de que sus planes sean descubiertos, expuestos a la luz y destruidos. El enemigo es feliz entorpeciendo el cumplimiento de los propósitos que Dios ha determinado llevar a cabo con Sus hijos.

El enemigo siempre intentará llevarte a la vieja identidad que tenías antes de ser alcanzado por Jesucristo; él usará tu pasado, para acusarte, señalarte, para llenarte de temor y regresarte a través de sus dardos a esa vieja naturaleza llena de complejos e inseguridades. Hará que la culpa sea tu galardón, como un collar atado a tu cuello, encadenándote al viejo hombre.

Cualquier persona o circunstancia puede ser utilizada por el enemigo para infundirte desánimo, displicencia y apatía hacia Dios, hacia Jesús, hacia el reino de los cielos y sus propósitos. Las emociones y los sentimientos son un blanco a través del cual el enemigo busca debilitarte y anular la identidad que Dios te ha dado en Su Hijo Jesús.

Otra de las armas contundentes del enemigo, es la falta de compromiso, de obediencia y de radicalismo que ejerces ante Dios. El enemigo se deleita en mantener desenfocados y distraídos a quienes se deleitan en la religiosidad, en llevar una vida cristiana mediocre, carente de lealtad y fidelidad hacia Dios.

Todo lo que va en contra del carácter de Dios será utilizado por Satanás para estancar y obstaculizar el cumplimiento de los propósitos que tienes en Cristo. El enemigo no perderá oportunidad alguna para intentar arrastrarte de nuevo a la oscuridad, vendando tus ojos y cegándote para que no sigas el camino de Luz y esperanza en el que has sido establecido en victoria y para victoria en Jesucristo.