¿Cómo Reprendes Al Enemigo?Muestra

¿Cómo reprendes al enemigo?

Nos han enseñado que al enemigo se reprende en el Nombre de Jesucristo, sí, una enseñanza correcta, acorde a las Escrituras, no hay duda alguna en ello. El problema está en que muchas veces no se comprende lo que significa reprender en el Nombre de Jesucristo.

Las Escrituras nos revelan, que cuando los demonios tenían un encuentro con Jesús, ellos inmediatamente lo reconocían; ellos sabían quién era Él, temían Su presencia, lo respetaban y lo obedecían. ¿Por qué? Porque Jesús, el Hijo de Dios; en Su carácter alineado al carácter del Padre, en obediencia al Padre, en santidad y en el poder del Espíritu de Dios, ejercía absoluta autoridad para poner a Sus pies a Satanás y los demonios. Una autoridad que sigue vigente por la eternidad porque Él venció a Satanás, a toda potestad, gobernante, principado y hueste de maldad en el madero a través de Su muerte y de Su resurrección.

Jesucristo está sentado a la derecha del Padre, Él fue glorificado por el Padre cuando venció a Satanás, al pecado, la muerte y la maldición; en obediencia a precio de muerte, como sacrificio agradable ante Dios.

Cuando nosotros recibimos el sello del Espíritu Santo, por el perdón y la salvación que nos otorgó Jesucristo; fuimos cimentados en Su identidad de Hijo de Dios, nosotros fuimos llamados por Él, hijos de Dios, y como hijos de Dios reconocidos ante el mundo de las tinieblas por Su Nombre, el Nombre de Jesucristo, YESHUA HAMASHIAJ (Jesús el Mesías, el Ungido de Dios), porque por Su Nombre fuimos libres del pecado, de la muerte y de la maldición; y por Su Nombre, también fuimos ungidos con el Espíritu de Dios que nos da poder para vencer las tinieblas.

El mundo de las tinieblas no tiene poder sobre nosotros y cuando llevamos en alto el Nombre de Jesucristo; es decir, cuando estamos sometidos, en obediencia y en santificación a ese Nombre que es sobre todo nombre, tenemos Su autoridad para reprender demonios y para combatir las artimañas del maligno. No hay otra forma de vencer a nuestro adversario sino es haciendo un buen uso del Nombre que nos salvó. No es de dientes para afuera, es con hechos, con los dones del fruto del Espíritu que producen el carácter de Cristo en nosotros. Es en Espíritu y en Verdad, es viviendo como Jesús como se reprenden las tinieblas.