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LÁGRIMAS en EL ALTAR

DÍA 1 DE 4

MIS LÁGRIMAS

Hay un periodo de nuestras vidas donde estamos conscientes que muchas cosas que experimentamos no tendrán explicación y no tendrán sentido alguno. Sabemos que hay escenarios en los cuales por más que las personas que nos rodean nos alienten a mantener un buen ánimo y una buena actitud no entendemos por qué no podemos seguir adelante si realmente ponemos en práctica lo que nos ha enseñado la FE con el pasar del tiempo y experiencias vividas.

En muchas ocasiones, Dios habla a nuestra vida y nos advierte y nos anuncia cosas que van acontecer con la intención de prepararnos. Y dentro de Su inmensa misericordia y gracia, nosotros, los inmerecedores, nos preparemos y estemos fortalecidos para ese instante que vamos a experimentar. ¿A qué voy con esto? He vivido de manera cruda y palpable la desilusión, el rechazo, el menosprecio, la desesperanza, la falta de confianza y hasta quizás las ganas de no seguir adelante como también el señalamiento a un falso testimonio. Y te preguntaras, ¿qué tiene que ver con todo lo anterior? Lee bien, dentro de todos esos escenarios, dentro de todos y cada uno de ellos, mis lágrimas han sido el orden de cada uno. Mis lágrimas han sido esa herramienta donde mi corazón se desnuda y puede abrirse para vaciar y quitar todo lo que ha querido calar profundo para ser dañado y roto. Mis lágrimas han sido esa pieza clave en la que puedo conectarme de manera profunda y dimensional con mi Padre y de manera incondicional me acapara el consuelo y el amor de un Dios que me dice que no estoy sola. Un momento donde Dios nos dice que sí escucha la Oración, incluso cuando hacemos silencio y solo lloraramos. Él sabe de qué son esas lágrimas, de qué es ese silencio que el dolor no te permite pronunciar.

Si vamos a la historia de Ana la esposa de Elcaná, en una ocasión le dijo: Cada año, cuando iban al templo del Señor, Penina la molestaba de este modo; por eso Ana lloraba y no comía. Entonces le decía Elcaná, su marido: Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué estás triste y no comes? ¿Acaso no soy para ti mejor que diez hijos? (1 Samuel 1:7-8). Dentro de la mentalidad del esposo de ella no había una respuesta razonable de la tristeza de Ana, ya que a su entender, él debería ser todo para ella. Ana no tenía consuelo ante la falta de Penina hacia ella. Demostrándonos que habrán personas y/o circunstancias que nos marcarán y no sentiremos un consuelo definitivo hasta el día que nos rindamos ante la Presencia de Dios en el Altar.

En cierta ocasión, estando en Siló, Ana se levantó después de la comida. El sacerdote Elí estaba sentado en un sillón, cerca de la puerta de entrada del templo del Señor. Y Ana, llorando y con el alma llena de amargura, se puso a orar al Señor y le hizo esta promesa: Señor Todopoderoso, si te dignas contemplar la aflicción de esta sierva tuya, y te acuerdas de mí y me concedes un hijo, yo lo dedicaré toda su vida a tu servicio, y en señal de esa dedicación no se le cortará el pelo. Como Ana estuvo orando largo rato ante el Señor, Elí se fijó en su boca; pero ella oraba mentalmente. No se escuchaba su voz; sólo se movían sus labios. Elí creyó entonces que estaba borracha, y le dijo: —¿Hasta cuándo vas a estar borracha? ¡Deja ya el vino! (1 Samuel 1:9-14).

Ana entendió que ya era tiempo de rendirse y de hacer ese acto de humillación ante Aquel que todo lo puede. Llevó todo su dolor, amargura y peticiones delante de Aquel que está atento a Su oración y lágrimas derramadas en ese altar. Y, a pesar de ser cuestionada por su manera de hacerlo, que hasta se le acusa de estar ebria, ella se mantiene firme y segura que su clamor estaba en las mejores manos. Y sus lágrimas no fueron en vano sino que se convierten en bálsamo para el alma.

Querido lector que me lees, yo pude experimentar muchas cosas que me hacen entender que aún sigo siendo humana y que desgarraron mi alma y mi corazón. Sin embargo, algo sí puedo asegurarte, mis lágrimas cayeron en el lugar correcto, en el momento perfecto delante de la Persona justa y amorosa, que es nuestro Creador y Padre Eterno, que sabe cuánto lo necesitamos en nuestras vidas. Un Dios que no se limita en atendernos y sobre todo que nos espera con brazos abiertos para darnos ese abrazo que necesitamos y ese hombro para recibir una y cada una de nuestras lágrimas. Ya sean de alegría y/o tristeza tienen una fecha sobre esta tierra y sobre la Eternidad.

Día 2

Acerca de este Plan

LÁGRIMAS en EL ALTAR

En este plan de lectura podrás conocer e identificar las lágrimas que son derramadas ante la Presencia de un Dios que consuela, que nos escucha y que está atento a nuestras oraciones y súplicas. Conocerás y entenderás, que en ocasiones, el dolor es un medio que Dios también lo utiliza a nuestro favor para fortalecernos y capacitarnos.

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Nos gustaría agradecer a Elaine Bello por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.facebook.com/ElaineBelloo?mibextid=LQQJ4d