Con Las Manos VacíasMuestra
“Con las manos vacías”
El Señor me llevó a quedarme con las manos vacías, Él mismo fue quien me instruyó para que derribara todo aquello que de alguna manera me pudiera estar generando seguridad y confianza; así que solo tenía una opción, obedecer.
Me voy a explicar un poco mejor para que puedan comprender lo que les quiero decir: resulta que mi trabajo, el mismo que una vez Dios mismo me dio, se convirtió después de dos años en una carga, debido a que el enemigo a través de las influencias que ejerce en las personas del mundo; en este caso hago referencia a los líderes y jefes que tenía, los influenció para añadir otras funciones y responsabilidades que no estaban incluidas en el contrato con el propósito de cansarme, agotarme, enfermarme y debilitarme para desviarme de la voluntad de Dios. El enemigo estaba maquinando sus artimañas con la intensión de desenfocarme de mis tiempos de intimidad con el Señor, distraerme para no discernir sus ataques, ocuparme para que no me congregara y no tuviera comunión con mis hermanos, robarme el tiempo dedicado a cumplir con las obras que me ha delegado el Señor; entre ellas, orar e interceder por los demás, escudriñar la Palabra, escribir para Él y en favor de mis hermanos, etc. Satanás pretendía que arriesgara mi salud, mi bienestar, mis principios, mi propósito y mi caminar en Cristo Jesús, por unas cuantas monedas.
En esos momentos necesitaba el trabajo por los ingresos que devengaba a través del mismo; sin embargo, el Señor me llevó a tomar una determinación que me dejaría con las manos vacías, un acto de fe que probaría dónde estaban mis ojos y el tesoro de mi corazón. Esta decisión de la que les hablo fue, que al darse la oportunidad de la renovación del contrato para continuar bajo las mismas condiciones en esa empresa; debía rechazarla, un rechazo que me llevaba a testificarle a mi Padre Celestial, que confiaba plenamente en Él, que no me iba a dejar sobornar por la necesidad que tenía, que el salario que devengaba en esa empresa no era mi seguridad, que mis ojos estaban en Cristo y no en los afanes del mundo y que mi dependencia es de Él y de su Hijo Jesús, no del hombre y menos de lo que el mundo ofrece.
Les confieso que no fue fácil tomar esa decisión, pero cuando lo hice; no se imaginan la libertad que experimenté, evidentemente el enemigo pretendía hacer de las suyas conmigo usando como carnada algo que necesitaba y que solamente Dios podía proveerme para enredarme en su trampa. En ese caso, les hablo del salario que devengaba; sin embargo, confío en que mi Padre, tiene algo mucho mejor y mucho mayor para ofrecerme. Igual, Él es mi Proveedor, de quien dependo. Recuerdo que el Señor me dijo: ¿Quieres atarte a esas migajas por temor a quedarte sin nada o quieres seguir dependiendo de mí? Por supuesto, determiné y sigo determinando cada día de mi vida, depender de Él, porque Él es la fuente de mi esperanza y de todo Él quiere que tenga.
Acerca de este Plan
Normalmente escuchamos a través del falso evangelio de la prosperidad, que los cristianos no podemos tener momentos de pobreza, escases o fracaso; porque según este evangelio, si así es, es porque estamos en pecado o en maldición. Sin embargo, lo que Dios me ha permitido vivir me ha llevado a comprender que hay etapas de la vida en las que Él mismo permite que quedemos con las manos vacías para poder manifestar su gloria, cumplir sus propósitos en nosotros y llevarnos a dependencia absoluta de Él y de su Hijo Jesús.
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Nos gustaría agradecer a Marysela Ocampo O. por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://facebook.com/confiadosenJesucristo