Caer y morir como la semillaMuestra
¿Qué tanto dominio tienes?
Cuando dejas que te controle tu carne y empieza a tener más protagonismo que tu espíritu, evidentemente la cosecha que se producirá serán las consecuencias de alimentarla. Vivir bajo el dominio de la carne no es nada provechoso; el control que le des te llevará a sufrir de una forma muy diferente a cómo debe sufrir tu carne para ser más como Jesús.
Son dos sufrimientos muy diferentes. El que produce la carne te lleva a la destrucción, mientras que el sufrimiento que debes padecer para matar tu carne, trae consigo vida, luz, esperanza y gozo; porque es la vida y la esencia misma de Jesús produciéndose en ti.
Mientras más dominio le permitas ejercer a tu carne, menos posibilidad tendrás de fluir para nuestro Padre, en Su poder, Sus propósitos y voluntad. ¿Qué tanto dominio tienes? Si fluyes más en la carne que en el espíritu, hay problemas; o mirémoslo mejor como una oportunidad: la oportunidad para matar tu carne y dar lugar al dominio que el Espíritu de Dios ejerce sobre tu espíritu. Así, podrás controlar y dominar tu carne, en lugar de que ella sea la que te domine a ti.
Te preguntarás "¿Cómo lo hago?". Rindiéndote a los pies de Jesús. Póstrate en Su presencia y sométete a Él para que, así mismo, te sometas al Padre, en total rendición y obediencia a Su voluntad. Aquí hago una aclaración: rendidos a los pies de Jesús no es una expresión o un ritual religioso carente de valor. Si realmente has comprendido lo que estoy queriendo decir, entenderás que solamente podríamos estar a los pies de Jesús cuando tiramos nuestra carne en total sometimiento y rendición a Él, cuando caídos en el suelo, acostados en reverencia a Él, como lamiendo Sus pies, rogando por Su dominio reconocemos cuánto le fallamos y cuánto necesitamos el perdón que nos reconcilia con la voluntad que nuestro Padre ha determinado para nosotros como Sus hijos. Cuando empezamos a tomar acción en el espíritu por el poder del Espíritu que mora en nosotros y nos lleva a ejercer autoridad sobre el pecado.
Renunciemos a nuestra carne, quitémosle todo dominio y protagonismo sobre nosotros. Dejemos que sea el Espíritu de Dios el que nos domine por completo y produzca en nuestro espíritu la vida de Jesús, Su esencia, Su naturaleza. Es lo que nos llenará constantemente de gozo, de paz y de luz. Su poder producirá en nosotros los frutos de la identidad de Jesús. Así adoraremos a nuestro Padre como desea que lo hagamos y, de igual forma, podremos impartir, en Su poder, la vida de Jesús a otros a nuestro alrededor. Así como Su sacrificio produjo muchos frutos, produjo vida en muchos; asimismo, Su sacrificio testificado en nosotros por el obrar del Espíritu producirá Su vida en muchos otros. Así sea.
Escrituras
Acerca de este Plan
La realidad de todo cristiano es la muerte que tiene que sufrir día a día, hasta el último día de su existencia en este mundo; para poder cumplirse en él, el propósito de vida en Cristo Jesús. Como la semilla, debemos caer y morir para poder dar fruto, el fruto de la salvación; de lo contrario, no podría producirse Cristo en nosotros. No significa que sea fácil; por eso, este Plan explicará en qué consiste el morir, y al mismo tiempo, los beneficios que trae consigo.
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Nos gustaría agradecer a Marysela Ocampo O. por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://facebook.com/confiadosenJesucristo