En el valle de sombraMuestra
En nuestro corazón, pueden permanecer sentimientos que provocan un alejamiento a las personas y un temor a enfrentar la realidad, incluso podemos llegar a posponer conversaciones que deben darse con personas que no lo hemos hecho. Te invito a que analices un poco sobre cómo ha sido tu vida, qué experiencias has tenido y sobre todo, qué personas te han herido sin importar si tú no les hiciste daño. Cuando Jesús se hizo hombre, pasó por momentos en los que Su corazón debió ser dañado por personas, pero no tuvo orgullo ni ego; al contrario, vino a demostrar el amor y compasión por aquellos que tenían un corazón dañado y corrían a hacer el mal. La clave para nuestra relación con Dios es el perdón y estar a cuentas con los demás. No un perdón a medias, no un perdón que posiblemente nos dure un día, un perdón verdadero con un corazón dispuesto a orar y bendecir a esa persona o personas que nos causaron daño.
Muchos pueden decirte que "el perdonar está demás", pero me gustaría que hicieras una comparación y te fijaras en una persona que ha puesto su confianza en Dios por más de 20 o 30 años, y miraras cómo su vida está basada en fe y plenitud. Eso no quiere decir que vive siempre feliz, pero parte de sus aflicciones las ha atravesado sujeta de la mano de Dios. Esas personas transmiten sabiduría, amor, que proviene de Cristo Jesús, y ahora compárala con una persona que ha hecho de su vida lo que quiso. La mayoría de ellos han caminado sin un propósito fijo, e incluso muchos desearían haber tomado mejores decisiones.
¿Qué decides hacer tú?
Por mucho tiempo, tuve que lidiar constantemente con personas que generaban chismes en familia, aquellas que tenían incluso envidia por el favor que Dios daba a mi vida porque sí, “el favor de Dios con nosotros muchas veces provoca envidia”. Ellos hirieron mi corazón, incluso hicieron que dudara sobre mi capacidad de alcanzar aquello por lo que Dios me creó, afectaron mi identidad en Cristo y sobre todo me hicieron sentir muy sola. Por mucho tiempo, cargué con esa amargura y ese peso que no me correspondía, dejé que el enemigo tomara control de mis pensamientos y de mi carácter, pero Dios, con su gracia, me sostuvo y puso en mi vida personas que pudieron orientarme; y decidí que dejaría que alguien pudiera guiarme porque reconocí que sola no podía. Y, ahí es cuando entiendes que es necesario tener guías maduras espiritualmente que te ayuden a completar procesos y alcanzar propósitos.
"No te cierres al consejo, guía y cobertura".
Acerca de este Plan
Los sentimientos de soledad mal llevados pueden apagar el propósito que Dios planificó para ti. Soltar toda amargura y optar por la libertad eterna es una decisión personal. Tomar en cuenta a Dios en todos nuestros caminos nos asegurará una vida de plenitud y respaldo del Espíritu Santo. Aprenderemos a soltar todo aquello que no nos permite ver la gloria de Dios y reconocer la verdadera dependencia del Padre.
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Nos gustaría agradecer a Andrea Carolina Jacho por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://linkbe.me/AndreaCarolina