Acepté a Cristo: ¿Y Ahora Qué?Muestra

Nuevos Hábitos

Llevarle flores a mi esposa siempre es una buena idea, especialmente cuando no hay una ocasión especial. Pero por muy bonito que sea el gesto o por mucho que cambie el agua, las flores no duran. Separados del resto de la planta, no pasa mucho tiempo antes de que se marchiten y mueran. Pronto, el arreglo que alguna vez fue hermoso se convierte en un desastre marchito y putrefacto.

Nuestras vidas espirituales no son diferentes.

Jesús compara a sus seguidores con las ramas de una viña. Si mantenemos una conexión con la viña, crecemos, florecemos y fructificamos. Pero si no lo hacemos, nos marchitamos. Sin crecimiento, sin fruto, sin sentido.

Es mucho más fácil para nosotros desconectarnos de Jesús que para una rama separarse espontáneamente de una viña. No solo todo en nuestra vida parece conspirar para alejarnos de Él, sino que a menudo nos desconectamos a través de nuestras elecciones. En lugar de leer Su Palabra para comenzar el día, leemos las noticias. En lugar de reunirnos con otros creyentes para adorar los domingos, vemos la iglesia en nuestros teléfonos. En lugar de hablar con Dios en oración, nos quejamos con nuestros amigos acerca de la vida. Antes de que nos demos cuenta, nuestro crecimiento espiritual se atrofia.

Jesús quiere que demos fruto, pero más que eso, quiere que nos mantengamos conectados con Él. Para hacer eso, debemos trabajar para desarrollar nuevos hábitos. Los antiguos padres de la iglesia las llamaron disciplinas espirituales. Estos son comportamientos que nos ayudan a permanecer cerca de Dios, como estudiar la Biblia, memorizar las Escrituras, orar, reunirse con otros creyentes (compañerismo), confesarse, escribir en un diario y ayunar.

Las dsiciplinas espirituales no nos salvarán, pero pueden ayudarnos a “permanecer” en Él que lo hace.

Pequeños cambios pueden conducir nuevos hábitos con el tiempo. ¿Qué disciplina espiritual te comprometerás a agregar a tu rutina diaria?