Acepté a Cristo: ¿Y Ahora Qué?Muestra

Enfrentando la Oposición

A algunos niños de mi clase les daba trabajo concentrarse en la materia y siempre había algunos traviesos para arruinarlo para la clase entera.

"¡Mírame cuando te hablo!" gritó el profesor.

Levanté la vista de mi trabajo para ver quién era el alborotador esta vez, pero no pude ver a nadie. No fue hasta que la profesora se acercó a mi escritorio que me di cuenta de lo que estaba pasando. ¡Ella pensó que yo era el alborotador!

Traté de explicarle mi inocencia, pero cuanto más protestaba, más se enojaba. Antes de darme cuenta, me dirigía a la oficina del director para explicar mi "mal" comportamiento.

A nadie le gusta meterse en problemas por hacer lo correcto. Nuestro sentido de justicia exige que los malos sean castigados y los buenos sean recompensados. Como seguidor de Jesús, es natural suponer que pasaremos menos tiempo en la oficina del director que el vecino. Claro, todavía cometemos errores, pero estamos activamente intentando vivir a la manera de Dios. Debería contar para algo. ¿No crees?

Por eso las palabras de Jesús son tan impactantes. Jesús vivió una vida perfecta y sin pecado, pero fue castigado. Él dijo: “El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me persiguieron, también a ustedes los perseguirán”.

Seguir a Jesús tiene ciertos beneficios, pero también puede hacernos perder relaciones, trabajos, libertad y en algunos lugares, nuestras vidas. No es algo que hacemos porque queremos una vida fácil y bendecida. Lo hacemos porque Su palabra es verdad.

¿Cuánto te ha costado tu fe en Jesús?

¿Los que observan tu vida, saben que eres cristiano?