LA MUJER Y LA QUIETUD

Para las mujeres, una de las peores cosas que se nos puede pedir, es que nos quedemos quietas. Nos cuesta mucho aceptar este desafío y esta orden, aun sabiendo que es lo mejor que podemos hacer en cierto momento o situación. Esta Palabra nos dice que en ciertas ocasiones tenemos que aquietarnos y no hacer nada, pero a la vez, nos dice algo que nunca debemos dejar de hacer: confiar que Dios lo hará, en sus tiempos y formas, que, sin dudas, son los mejores. Pero para que esto suceda es necesario dejar de hacerlo nosotras, para que Él pueda hacerlo.

George Müeller dijo: "El principio de la inquietud es el fin de la fe, y el comienzo de la verdadera fe es el fin de la inquietud

Cuanto más apremiante es una situación, es cuando más fuerte sentimos que más cosas tenemos que hacer. Pero, ¿más qué...? ¡Aquietarnos más!

Dios, en esta Palabra, nos está diciendo que debemos calmarnos por fuera. Pero la única manera es entrando en su reposo, es decir, ejercitando la confianza ciega en nuestro Dios, echando y despojándonos de toda ansiedad, porque de Él vendrá a nuestra salvación, en respuesta a lo que estamos necesitando y clamando.

Dejemos de buscar respuesta en alguien o en algo, porque solo en Él está todo lo que necesitamos.

Permanezcamos quietas porque Dios lo está haciendo, y va a terminar de hacerlo. Confiemos en Él.

TAREA:

1. Discernir en qué situaciones o relaciones tenemos que aquietarnos.

2. Aprender del Espíritu Santo, que es nuestro guía, escuchando y obedeciendo su dirección.