LA MUJER Y EL DOBLE ÁNIMO

En estos tiempos que nos toca vivir, es necesario pedir a Dios un corazón estable y firme frente a un mundo tan inseguro, injusto y confuso.

Si miramos a nuestro alrededor, nos encontramos con muchas cosas desalentadoras a las que prestarles un poco de atención nos desanimarían al extremo. Como hijas de Dios, no debemos permitir que el doble ánimo (del cual se menciona en Santiago 1:8) se instale en nuestras vidas.

La palabra griega traducida como doble ánimo es "dos=dos voces y psique=mente”. Santiago lo cita para describir una persona inconstante, vacilante, a medias.

De las voces a las que más atención prestemos, así será nuestro ánimo. La voz del Espíritu y de la fe nos animará; la voz natural y emocional nos desestabilizará. Si prestamos atención a ambas, nuestro ánimo se verá afectado.

La Palabra nos da consejos para ser estables en nuestro ánimo, sigamos los siguientes pasos:

1. DETERMINARNOS: A vivir por Fe y no por emociones.
2. ESFORZARNOS: En la oración, en la meditación de la Palabra, en la consagración.

ENFOCARNOS: Fijar nuestra mirada en el Señor, su poder, su amor y fidelidad. Muchas se determinan y se esfuerzan, pero a lo largo del camino empiezan a desmayar. ¿Por qué? Porque desenfocaron su vista. En Hebreos 12:3 nos dice qué hacer: Así pues, consideren a Aquel que perseveró frente a tanta oposición de parte de los pecadores para que no nos cansemos ni perdamos el ánimo.

Estabilizar nuestro ánimo es usar la fe, y determinarnos por ella. Esforzarnos por medio de ella, y enfocarnos para continuar a través de ella.

Una mujer de ánimo, o de fe, no aquella a la que todo le sale bien, sino que es quien a pesar “de” se mantiene en pie.

OREMOS JUNTAS:

Señor, venimos delante de tu presencia anhelando ser mujeres de ánimo estable para bendición de nuestras vidas, y de quienes nos rodean. Nos determinamos a afirmar nuestras emociones por medio de la meditación en la Palabra, la oración, la fe, la comunión con las hermanas y manteniendo siempre nuestra mirada en Ti, no en el hombre ni en la stuación. Amén.