LA MUJER Y LA ANSIEDAD

Nuestra época ha sido llamada “la era de la ansiedad”, cada día hay más exigencias laborales, económicas, familiares, etc.

Cada día la gente vive más ocupada. Y si a esto le sumamos la inseguridad, el alto costo de la vida, un futuro incierto... el cuadro se complica mucho más.

Este estilo de vida, tarde o temprano, producirá stress, cansancio y luego una gran ansiedad. Dios, en la Biblia, se refirió a esta problemática y nos dejó un consejo para seguir. El cuidado que Dios tiene de los problemas de cada una de nosotras es una verdad constante en la Biblia; por eso debemos echar sobre Él, confiadamente, nuestros temores, ansiedades, incertidumbres y preocupaciones para no volverlos a tomar.

En el Salmo 55:22 dice: Encomienda al Señor tus afanes y Él te sostendrá. Deseamos ser sostenidas por su poderosa mano, soltemos entonces los afanes y ansiedades.

“Transformemos nuestras preocupaciones en confianza en Dios y dejemos de preocuparnos por cosas que no han ocurrido ni tal vez ocurrirán”, como dice el escritor Juan Smith. Es decir, hagamos de nuestra preocupación una ocupación: confiar y esperar en Dios, sabiendo que Él tiene todo bajo control.

Alguien escribió este sabio poema:

La preocupación, no el trabajo, al mundo un poco envejece.
La salud agota, la vida acorta
y el gusto por vivir desvanece.

La preocupación, no el trabajo, llena la vida de pesares
temores, cuidados y dolores
y quebranta el corazón a millares.

Mujer, no dejemos que el mañana nos quite mucho tiempo del hoy. La falta de preocupación no significa falta de interés por algo; cuando hicimos todo lo que debíamos o se podía, tenemos derecho a descansar en Dios.

TAREA:

1. Escribir una lista de cosas que tenemos que ocuparnos y otra de cosas que tenemos que entregar y descansar en Dios.
2. Agradecer por cada respuesta en camino y aprender a descansar en Su Cuidado.