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El Dios Que Me AyudaMuestra

El Dios Que Me Ayuda

DÍA 5 DE 5

Alas gigantes

Nos causa gran admiración contemplar a un ave cuando levanta el vuelo, sobre todo si es una de esas aves coloridas y hermosas que vemos en algunos documentales. Cuánta gracia y cuanta elegancia la de las aves, bellezas de la creación que podemos disfrutar mejor cuando se nos presenta el vuelo de éstas en cámara lenta.

Supongo que, en la contemplación del vuelo majestuoso de algún pájaro singular, el salmista declaró: “Que establece sus aposentos entre las aguas, el que pone las nubes por su carroza, el que anda sobre las alas del viento" (Sal. 104:3). Estaba hablando de Dios, de pronto le vio como una gran ave que surca los cielos llenándolo todo.

Personificar al Dios Altísimo como una gran ave que se remonta en las alas del viento, es una de esas figuras poéticas que nos invita a verle como Aquel que se eleva por encima de todo, teniendo una visión completa de todo. Así le veía el salmista y por ello podía decir: “Guárdame como a la niña de tus ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas" (Sal. 17:8).

La imagen es hermosa, las gigantescas alas de Dios están extendidas y bajo éstas cada uno de sus hijos disfrutamos de la sombra y el cuidado que ellas nos proveen. El sol puede ser abrazador, el viento puede azotar con todas sus fuerzas, pero tú y yo estamos seguros, protegidos y amparados bajo sus colosales alas.

“¡Cuán preciosa, oh, Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas” (Sal. 36:7).

Ese lugar es único, incomparable, magnífico. Es el espacio en el que los cristianos podemos descansar, seguros de que hay uno más alto que vela sobre nosotros. Pero en ocasiones, se nos olvida y el enemigo aprovecha mintiéndonos, haciéndonos sentir descobijados, para que dudemos del cuidado divino, de la ayuda que nos brinda nuestro Creador.

¿Qué hacer amados? ¿Le hemos de creer? Al padre de mentiras, ¿le hemos de creer? De ninguna manera, porque la verdad de Dios se alza ante nosotros para recordarnos que sus alas siguen extendidas y que podemos estar seguros bajo su amparo. Esta verdad tan hermosa sostuvo al rey David cuando vio su vida amenazada de muerte, “Ten misericordia de mí, oh, Dios, ten misericordia de mí; porque en ti ha confiado mi alma, y en la sombra de tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos" (Sal. 57:1).

Aunque esta es una figura poética que nos hace ver a Dios como una gran ave que atraviesa los cielos, lo cierto es que encierra con ella una verdad maravillosa. El Dios Todopoderoso, el Altísimo lo cubre todo y está por encima de todo. Y con Él estamos sus hijos, amparados y descansando bajo la sombra de sus alas.

“Porque has sido mi socorro, y así en la sombra de tus alas me regocijaré. Está mi alma apegada a ti; tu diestra me ha sostenido" (Sal. 63:7-8).

Jehová de los Ejércitos, el Dios que me ayuda.

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ngfigue@yahoo.com

Agradecimiento especial a Jonathan Riddering por su colaboración en el arte gráfico

Día 4

Acerca de este Plan

El Dios Que Me Ayuda

La ayuda es esa acción que recibimos a favor nuestro tan necesaria en todas las áreas de nuestras vidas. ¿Quién puede decir que no la necesita? ¿Quién es lo suficientemente independiente que puede pasar por la vida sin una mano amiga? Pero, aún más importante, ¿qué podemos hacer cuando pareciera que nadie puede ayudarnos? En este plan podremos hallar respuesta a esas preguntas, dejando que la Biblia nos conteste.

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Nos gustaría agradecer a Grettchen Figueroa por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://facebook.com/GrettchenStage