Mentalidad del reinoMuestra

“Confronta el siglo, para cambiar el mundo”

Se nos ordena confrontar el siglo para cambiar el mundo, así como Abraham, tuvo que enfrentar su mundo bajo un siglo de la cultura Sumeria. Moisés, tuvo que enfrentar su mundo bajo un siglo de la cultura Egipcia. Daniel, tuvo que enfrentar su mundo bajo un siglo de la cultura Babilónica. Pablo, tuvo que enfrentar su mundo bajo un siglo de la cultura Greco-Romana.

En el día de hoy, tenemos que enfrentar nuestro mundo bajo un siglo con una cultura Postmoderna permeada de una filosofía humanista, evolucionista, materialista,  relativista, ocultista y hedonista; donde las modas, ideologías, artes, comportamientos y demás expresiones, reflejan su forma de pensar, procurando así establecer un fundamento deleznable para nuestras generaciones.  

Es necesario hacer una renovación diaria de nuestros pensamientos para pensar correctamente. Esto se da, cuando los principios que Dios revela, se convierten en una forma natural de ser que se manifiestan en nuestro pensar y hacer, sin esfuerzo alguno.

La renovación no viene incorporada de manera mecánica, es parte de una dinámica espiritual que nace de una comunión con el Espíritu Santo y profundización en la Palabra; se desarrolla cuando aprendemos a entender, no a partir de los preconceptos tradicionales,  ni prejuicios culturales, sino de los principios revelados por Dios.

La renovación de nuestro entendimiento, se desarrolla cuando la iluminación del Espíritu nos enseña la verdad establecida pero no entendida, pues se nos corre el velo y las vendas mágicas que nos mantenían en una zona oscura. En Job 37:19, el sabio Eliú, reconoce que no sabemos cómo responder porque no podemos ordenar las ideas a causa de las tinieblas.

La renovación nos conduce a la formulación correcta de los principios divinos, que generan la formación progresiva y crean una transformación integral, si esto no ocurre se queda sólo en una información.

Nuestra estructura mental debe ser libre de la mala impronta en que fuimos formados, a través de paradigmas verbales, declaraciones negativas que oímos;  paradigmas visuales, modelos incorrectos que vimos; y, paradigmas vivenciales, experiencias frustrantes y traumáticas que tuvimos.

En otras palabras, la mente construida en nuestro pasado, debe ser destruida con todos sus argumentos y rudimentos, para que sea reconstruida en el presente, y afecte nuestro futuro bajo el fundamento de la verdad revelada por Dios.