Ayuda mi incredulidad: cómo vencer las dudas y aumentar la feMuestra
¿Cómo ve Dios la incredulidad?
Responde con misericordia
Ayer vimos brevemente el ejemplo del padre del joven endemoniado y cómo Jesús respondió a esta confesión honesta de fe mezclada con incredulidad. Vemos esa misericordia también cuando Pedro se atrevió a salir de la barca y caminar sobre el agua hacia Jesús. Todo iba bien, pero cuando comenzó a dudar y se empezó a hundir, ¡Jesús no dejó que se ahogara para enseñarle una lección a sus otros discípulos! Le tomó de la mano y le levantó diciendo, “¿Por qué dudaste?” (Mt.14:31).
En otras ocasiones, los demás discípulos también dudaron. A pesar de haber visto la multiplicación de los panes y peces, cuando se toparon con otra multitud hambrienta, ¡volvieron a dudar! Jesús multiplicó los alimentos dos veces, y las dos veces dudaron.
Jesús estima cuando creemos sin haber visto, “bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Jn 20:29). Él sabe que ver milagros y prodigios no garantiza que creamos. Debemos elegir creer. Confesar nuestra incredulidad pero declarar nuestra decisión de creerle es un acto de fe que mueve a nuestro Dios a misericordia.
Otro ejemplo fue la viuda de Sarepta en 1 Reyes 17. Una mujer que no tenía quién la sostuviera a ella, pero que fue la persona que Dios eligió para sostener al profeta. Al principio de la historia, cuando Elías la encuentra, ella ya había perdido toda esperanza de sobrevivir una hambruna. Estaba recogiendo leña para cocinar para ella y su hijo por última vez y “dejarse morir”. Elías le pidió comida para él primero y ella creyó y lo hizo. Ese pequeño acto de fe movió la mano de Dios a proveerle harina y aceite milagrosamente durante toda la hambruna.
Pasada la hambruna, su hijo muere y vemos a la mujer dudando y quejándose con el profeta nuevamente. Ella había estado viendo un milagro diario por tres años, lo que nos haría pensar que su fe crecería de igual forma al ver que las tinajas nunca se vaciaban. Pero cuando sus circunstancias cambiaron drásticamente y su situación era verdaderamente imposible (la muerte de su hijo) puso todo en duda. Su humanidad y sufrimiento le hicieron dudar y reaccionar con desespero.
Sin embargo, volvió a encontrar misericordia. Venir ante Dios y el profeta movió la mano de Dios a su favor y ¡Dios resucitó a su hijo! Entonces ella declaró: “Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca”. Lección aprendida.
A medida que caminamos con Jesús y anhelamos crecer en nuestra fe, atravesaremos momentos como estos. Dios contesta una oración y estamos listos para conquistar el mundo. Pero cuando llega una dificultad, y no vemos una respuesta tangible de su parte, ¿seguiremos creyendo que Él es soberano y que está en control? ¿O levantaremos un puño al aire para lamentarnos y anhelar volver a Egipto?
Cuando nuestra fe va madurando aprendemos a no dejar que las circunstancias dicten nuestra confianza en lo que Dios ha dicho, sino a creerle a pesar de nuestras dudas y quebranto.
¿Qué podemos hacer?
Hay varias cosas que podemos poner en práctica en nuestras vidas en tiempos de pruebas e incertidumbres para ayudarnos a mantener nuestro enfoque en Jesús y no en todo lo que no comprendemos.
Podemos:
- Decidir creer (Heb.11:6).
- Recordar lo que Dios ha hecho antes (1 Cr.16:8-12)
- Escuchar, leer e internalizar las Escrituras (Rom.10:17).
- Adorar a Dios, estudiar sus promesas y recordar palabras específicas que ha dicho sobre nosotros (Sal. 103).
- Pedir oración a nuestros hermanos en la fe, especialmente cuando estamos tan agotados que ni podemos orar.
Estas son algunas formas que Dios ha provisto para que fortalezcamos nuestra fe y esperanza en sus palabras.
Una de mis oraciones favoritas en la Biblia nació de una situación imposible que enfrentó el rey Josafat. Varios reyes habían juntado sus ejércitos para luchar contra el rey y Judá. Eran muchos más en número, y por lógica, les esperaba la muerte segura. Punto.
Sin embargo, Josafat proclamó un ayuno para toda Judá y clamaron a Dios. Al finalizar su oración, dijo “...nosotros no tenemos fuerza suficiente para hacer frente a ese gran ejército que nos ataca. ¡No sabemos qué hacer; por eso tenemos los ojos puestos en ti!” (2 Cr.20:12).
Me he encontrado así mismo muchas veces. Con dificultades rodeándome por todas partes, con temor y sin saber qué hacer. Pero aun si me cuesta declarar “Tú nunca me defraudarás...”, cuando elevo mis ojos al cielo puedo experimentar la misericordia de mi Padre amoroso y la gracia necesaria para vivir un día a la vez.
Y esa gracia también está disponible para ti. La invitación de Dios a crecer en intimidad con Él en medio de tu valle es una oportunidad. Una oportunidad para que tu fe aumente y una oportunidad de experimentar la salvación y provisión que solo Él puede otorgar.
Mientras Josafat y el pueblo clamaban, el Espíritu de Dios vino sobre un levita, Jahaziel, y Dios habló a través de él diciendo: “No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios… No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros” 2 Cr.20:15b, 17.
La mañana siguiente, marcharon contra sus enemigos cantando y adorando a Dios por el esplendor de su santidad. Mientras cantaban, el Señor provocó emboscadas entre sus enemigos y se mataron los unos a los otros. ¡El pueblo ni tuvo que pelear y el botín fue tanto que les tomó tres días recolectar todo!
Simplemente porque decidieron creer en las palabras y el plan de Dios y marchar adelante con cánticos y adoración. Pero imagino que eso no sería nada fácil. Que muchos habrán pensando, “¿Que vamos a cantar canciones contra ese ejército? ¿Será para al menos morir cantando? ¡Qué locura es esta!” Pensarían que las personas se burlarían de ellos cuando se enteraran de su “estrategia”. De todas formas, decidieron creer esas palabras de Dios y marchar adelante con cánticos y alabanzas. Y por esa decisión, vieron su gloria y su poder, y al final, llamaron a ese lugar el Valle de Beraca, o bendición.
En nuestros valles, Dios nos da una herramienta poderosa: la adoración. Puede parecer sencillo, pero en verdad lo que Él pide de nosotros es que le adoremos al caminar, creyéndole. Que confiemos en Él. No importa el tamaño del ejército que venga contra nosotros. Él peleará por nosotros. Él transformará nuestro valle de angustia en un lugar de bendición.
Algo hermoso e inesperado que sucedió en mi desierto, fue que Dios me empezó a dar canciones nuevas. Hacía años no cantaba o tocaba guitarra, pero en las noches más oscuras de mi quebranto, de mi alma salían oraciones en forma de canción que nunca antes había imaginado que yo escribiría. Una de esas canciones trata precisamente sobre mi lucha con la incredulidad. Por meses, Tanto y tan poco, se convirtió en mi oración y cántico constante ante mi Dios.
Cuando te falten las palabras o el ánimo para orar, canta. Escucha música de adoración, ve a tu lugar secreto y canta a voz en cuello, levanta tu mirada hacia el Padre y verás cómo Él pelea por ti. Su Espíritu te dará nuevas fuerzas y esas cargas que llevas las podrás dejar en sus manos y encontrar paz para tu alma.
Para meditar
- ¿Puedes identificar algún temor que esté alimentando tu incredulidad? Por ejemplo, necesidad física, temor a la muerte, enfermedad, etc.
- ¿Cómo puedes traer esos temores a los pies de Jesús?
- ¿Qué estás escuchando últimamente? ¿Música que te inspire fe? ¿Predicaciones?
- ¿Qué canciones te ministran confianza en Dios?
- ¿De qué manera puedes incorporar más alabanzas y cánticos en tu vida?
Oración
Padre, confieso que a menudo me siento como Josafat, sin saber qué hacer, pero levanto mis ojos a ti. Sabes lo que me rodea en este momento, y que no puedo ver una salida a mi problema. Hoy decido confiar en ti, obedecer cualquier mandato en tu palabra que se aplique a mi situación, y dejar el resto en tus manos. Levanto a ti mi mirada, levanto a ti mi canción y adoración. Que sea tu presencia la que me infunda aliento y que pueda confiar en que tú pelearás por mí. En el nombre poderoso de Jesús, mi Salvador y Defensor, amén.
Acerca de este Plan
Este devocional nos inspira a reconsiderar, reenfocar y recordar tres prácticas y herramientas que Dios nos brinda para ayudarnos a atravesar circunstancias difíciles creciendo y permaneciendo firmes en nuestra fe, en lugar de permitir que nos alejen de nuestro Salvador.
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Nos gustaría agradecer a Apertura812 por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://karenlie.wixsite.com/apertura