Jesús VeMuestra

Es difícil de explicar cómo Jesús, Dios encarnado, «luego de despedir a las multitudes subió al monte a orar en privado» (Mt. 14:23). Tendría sentido leer que alguno de los apóstoles, por su pecado en la carne y desconocimiento perfecto de la voluntad de Dios apartase un tiempo para orar al Padre, pero... ¿por qué el Hijo del Dios viviente, el cordero sin mancha y Dios encarnado necesitaría orar? Considero que la explicación más sencilla es la siguiente: porque su naturaleza humana nos deja un ejemplo a apartar tiempo para hablar con el Padre Celestial.

Jesús sabe su misión. Jesús sabe su propia deidad. Jesús no necesita dirección espiritual. Sin embargo, en su naturaleza humana, reconoce que el Padre es digno de toda honra, gratitud y gloria. Es como si Jesús nos dijese: "Así como yo conozco que es bueno hablar con el Padre, ustedes hombres pecadores deben de imitarme porque lo necesitan mucho más".

En una ocasión, Tomás de Kempis dijo: "La oración humilde penetra los cielos, desarma la ira de Dios, obtiene sus misericordias, y hace vanas las trampas del maligno". La oración es más que hablar con Dios: la oración es el aroma que endulza el templo de Dios (Sal. 141:2; Ap. 8:4). Sin embargo, Mateo nos relata que Jesús «al anochecer estaba allí solo». A veces, las mejores oraciones son aquellas en privado y en soledad, porque las oraciones más hipócritas y "adornadas" son aquellas que hacemos cuando las personas nos escuchan.

Jesús oró. Por lo tanto, todo creyente necesita apartar un tiempo a solas para orarle a Dios en gratitud, confesión y ayuda en dirección.