Jesús VeMuestra

Mientras que aquellos grandes hombres en la barca gritaban como bebés por algo falso, Jesús «enseguida les habló, diciendo: "¡Tened ánimo, Yo soy, no temáis!"» (Mt. 14:27). Un saludo muy frecuente que Jesús tenía con sus ovejas fue: "No teman". Se pasaba la mayoría del tiempo calmándolos de temores; eran hombre débiles de fe. Sin embargo, Jesús, con su hermosa paciencia, solamente se acercaba y en lugar de reprenderlos les decía: "Hijitos, no teman; tomen ánimo; yo soy".

Hendriksen comenta que inolvidablemente precioso, tiene que haber sido el consuelo que estos discípulos recibieron cuando por medio de este breve mandamiento, pronunciado por Aquel a quien adoraban, fueron elevados en un instante desde el miedo aplastante hasta el gozo exuberante. Además, este “no temáis” está bien fundado. Está firmemente anclado en el poder sin límites y en el amor infinito e intensamente personal". El "no teman" no se basa en obedecer un mandamiento (orden) externamente. No es un "no temer" por algo que me da paz externa, sino un "no temer" porque Aquel que es digno de confianza y es Rey de mi interna paz está a mi lado de mi parte sosteniendo mi mano.

Las ovejas conocen la voz del Buen Pastor y lo siguen (Jn. 10:4). Por esta razón, Jesús no tuvo que presentarse diciendo "yo soy Jesús", sino que se presentó bajo un título supremo que sus ovejas lo reconocieron y tuvieron ánimo: YO SOY (Éx. 3:14).

Jesús es el Pastor que ahuyenta los lobos. Jesús es el Salvavidas que me saca del profundo mar. Jesús es el Hermano Mayor que me sostiene la mano al cruzar la peligrosa calle. Jesús es el General que sostiene la bandera de victoria en la batalla para que confiemos que hemos ganado. Jesús es el Dios de dioses que se rebaja a nuestro nivel de desgracias para abrazarnos y decirnos: "No temas; te he perdonado".