Nacer De Nuevo, Crecer ConstanteMuestra

Ciudadanía del cielo, integridad en la tierra

Cristo no vino a quebrantar la ley, Él, aún siendo Dios, vivió en santidad como ciudadano del cielo, pero cumplía con las leyes establecidas en la tierra, siempre y cuando no fueran en contra de las leyes más importantes, las del Padre, su vida fue de total consagración, a tal magnitud que en una ocasión, como lo menciona en la lectura de hoy, fue transfigurado, resplandeciente de gloria y santidad, pero esto no impidió que cumpliera que las leyes establecidas por los hombres.

De acuerdo a la Palabra, después que vamos a Cristo, ya no pertenecemos al mundo, aunque estemos en el mundo, pero no por ello debemos pensar que estamos por encima de las leyes terrenales impuestas por las autoridades que el mismo Dios ha puesto ahí para dirigirnos; como ciudadanos del cielo debemos andar en integridad y rectitud aquí en la tierra, porque si representamos a un Dios perfecto, no podemos caminar haciendo cosas incorrectas deliberadamente.

Solo te negarás a aquello que corrompa tu fe, que atente contra los principios establecidos en la Palabra de Dios, de otro modo, estamos llamados a ser ejemplo en conducta para aquellos que no conocen del Señor; que nuestra relación con Él, así como Jesús, sea tan estrecha que su presencia sea evidente por medio nuestro en todo momento y lugar; que cuando nos miren, puedan decir: Ahí está un(a) hijo(a) de Dios.

Hoy, mira dentro de ti y busca aquellas cosas que aún debes corregir y se intencional en trabajar arduamente en ello hasta lograr cambiar aquello que hoy es una debilidad en tu vida, porque estamos llamados a ser transformados día a día, hasta llegar a la estatura del varón perfecto, cuando vayamos al Padre.